domingo, 14 de abril de 2013

Superando fronteras: de cómo el psicoanálisis arribó en el Rímac


El concepto de psicoanálisis muchas veces desemboca en nosotros imágenes de un hombre angustiado en un diván, de alguien que lo escucha, de plática interminable. También, remite a una terapia costosa, a la que pocos pueden llegar y está reservada solo para una determinada clase económica. Ya el querido Facundo Cabral, uno de los grandes intérpretes del mundo popular, establecía esta conexión entre pudientes y la escuela psicológica que legó Sigmund Freud en una de sus reflexiones: “los ricos andan en Mercedes Benz, compran la ropa en París y las computadoras en Japón, usan rolex, beben whisky, van al psicoanalista y escuchan a Silvio Rodríguez para calmar a su conciencia, aunque sea un rato”. Todo un ideario formado sobre el psicoanálisis.
La terapia psicoanalítica consiste en recordar y cuestionar experiencias del pasado, aquellas que persisten en nuestro presente. La comprensión de nuestros actos, basados estos en hechos de   la niñez perdida, es el eje principal del psicoanálisis. Recordar, comprender y cambiar son las pautas a seguir en el psicoanálisis. Marco Aurelio Denegri, hombre de la cultura peruana, es más expresivo aún: “el psicoanálisis desmierdiza a la gente”. Los pesares y angustias, traumas y preocupaciones, mierdas humanas, son enfrentados. Se apunta a perderles el rastro, a superarlos.
Esta propuesta psicoanalítica, interesante y audaz, ha calado hondo en Bibiana Maza. Lo diferente en ella es que abre las puertas del psicoanálisis o, será mejor decir, lo democratiza. Convencida de la potencialidad de  este método y testigo de la experiencia parisina del IRAEC (Instituto de de Investigación Aplicada para el Niño y la Pareja), la psicoanalista Bibiana Maza decidió romper esquemas y llevó el psicoanálisis a otros terrenos. El característico diván era cosa del pasado.
La Casa de la Familia es el proyecto abierto de Bibiana Maza. Ubicado en las azarosas calles del Rímac, el jirón Portugués es una suerte de burbuja en medio del ambiente hosco y agresivo de los viejos barrios rimenses. El temor inicial por la locación del inmueble, adquirido por Bibiana y su esposo, el pintor Gerardo  Chávez, en el año 1989 (antes habían estado antes en un local del Centro de Lima), fue vencido gracias a las actividades realizadas por ellos y los psicólogos que acompañan el proyecto.
Y es que los psicólogos de La Casa de la Familia han sabido emplear muy bien sus conocimientos para ayudar a padres e hijos en aras de mejorar la relación familiar y sus vidas. La Casa de la Familia, su nombre lo declara, es un centro donde se congregan padres e hijos para testimoniar sus pesares, para ser escuchados y ser ayudados para encontrar una solución a sus problemas. En un ambiente relajado, donde se conversa, juega, teje, se resuelven geniogramas, entre otras actividades, cada adulto va encontrando respuestas sin ser juzgados ni observados por determinadas actitudes. Para Bibiana Maza es sencillo: “En la medida en que lo entienden (su anecdotario infantil), se ponen en contacto con sus afectos y lo que significó ese dolor. Es la única manera de transformarse. Esa es la orientación psicoanalítica. No es darte consejos, no es decirte lo que tienes que hacer”, comenta segurísima.
La acogida ha sido exultante. Por ello, los lunes se han abierto espacios similares para adolescentes, lo cual resulta muy beneficioso dados los cambios de esta etapa. Los vecinos están alegres, la relación entre padres e hijos mejora, es normal que se exija más casas de la familia en muchos lugares del territorio nacional.


Fuente: revista Somos. 

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