Es un hecho que el Perú está
viviendo una de sus mejores épocas económicas. Esta racha de triunfos y climas
favorables a la inversión ha permitido que la pobreza se reduzca en porcentajes
considerables, así como la mentalidad del peruano promedio se ha vuelto mucho
más optimista a comparación de décadas anteriores, marcadas por la desolación y
desesperanza. Hoy en día apostamos por la marca Perú, membrete internacional
que colaboraría en que turistas y empresas multinacionales se animen a pasar
por nuestros lares, sea de visita como a invertir. El autoestima nacional está
pues al tope.
Sin embargo, este optimismo cae a
veces en la autosuficiencia, lo cual es muy peligroso. Si nos vemos avasallados
por el entusiasmo, no podremos ver las deficiencias del modelo que claramente
existen. No es por otra razón que algunos ven con malos ojos eso a lo que nos
estamos acostumbrando, es decir, a dormirnos en nuestros laureles. Veinte años
después las reformas realizadas por el gobierno de Alberto Fujimori, sectores
como salud, educación e infraestructura se mantienen en la última fila de
atenciones del Ejecutivo.
Felizmente, hay estudios que no
se pierden en elogios al modelo y abren el debate sobre las reformas. Uno de
ellos es la investigación llevada a cabo por consultora Macroconsult, la cual
si bien reconoce el crecimiento económico generado por el modelo actual y la
reducción de la pobreza, esta dista mucho de resolver los problemas económicos.
Veamos el porqué.
Yohnny Campana, analista económico
de este “think tank”, nos habla de la vulnerabilidad de los grupos sociales que
salen de la pobreza. Como dato utiliza el criterio de “riesgo de retorno a la
pobreza” (RRP). El nombre es claro por sí mismo. Un ejemplo de la problemática
abordada es el siguiente: Tenemos dos grupos de familias, A y B, estudiadas en
tres periodos temporales. Las dos familias son pobre en el periodo 1, pero
superan su estado de pobreza en el periodo 2. Ya en el tercer periodo las cosas
cambian pues el grupo A regresa a situación de pobreza, mientras que el B no. “El
RRP se mide como el cociente A/ (A+B)”, señala Campana.
Conozcamos más a fondo la metodología utilizada y los resultados
obtenidos: “El estudio se hizo con datos de la Enaho y tomando tres paneles:
2004-2006, 2007-2009 y 2009-2011. Según los resultados, el RRP en el primer panel fue de 32.5%. Es
decir, del total de hogares que en el 2004 eran pobres y en el 2005 dejaron ese
estado, 32.5% volvió a caer en pobreza en el 2006. En el panel 2007-2009 el RRP se incrementó levemente hasta 36.1%,
pero luego, en el tercer panel, regresó a un valor de 32.9%. Así, visto de modo
agregado, estas cifras indican que la probabilidad de que un hogar retorne a la
pobreza se mantuvo prácticamente constante en los últimos siete años a pesar de
la reducción de la pobreza”. Por lo que se ve, porcentualmente la pobreza
decayó pero el riesgo sigue latente.
Las conclusiones tienen el efecto de ser preliminares y se
necesita más investigación, pero denotan una realidad que entra en conflicto
con la seguridad económica que se nos ofrece desde los medios oficiales. Es conocido,
en ese espíritu, que los programas sociales son importantes, pero estos no
resuelven el tema de la pobreza en toda su complejidad. Especialistas como
Waldo Mendoza indican que estos solamente son paliativos y que debemos apuntar
a Salud y Educación como los principales resortes para encaminarnos a un
verdadero desarrollo con una reducción consolidada de pobreza. Opino que así
debe ser. Ofrecer oportunidades para todos en igualdad de condiciones es el
mejor remedio para salir de la pobreza.
( http://m.gestion.pe/movil/noticia/2062857
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