Temporada de bruscos cambios
climáticos, de ventiscas paralizantes y deshielos angustiantes, eso es lo que
nos toca vivir. La lista queda corta si recordamos la alzada de reacciones de
la naturaleza ante el calentamiento global. Tenemos el ejemplo de Argentina y
las cruentas inundaciones en La Plata. La contaminación por mano del hombre nos
pasa factura: el caso reciente del derramamiento de petróleo en el río Pastaza
por obra de Pluspetrol es uno de los tantos en que al hombre no le interesa
para nada el respeto al medioambiente si se trata de lograr rentabilidad
económica. La contaminación ambiental, sumada a los desastres naturales que
cada vez se dan con mayor frecuencia, se ha visto reflejada en la producción
alimentaria mundial, que a ratos decrece, poniendo en peligro la vida de millones
de personas en el orbe. En los países en vías de desarrollo, las grandes capas
de gente en situación de pobreza tendrán un mayor perjuicio por cuanto su
economía les ofrece lo mínimo para sobrevivir.
Gordon Conway, profesor de
Desarrollo Internacional en el Imperial College de Londres, revisa el panorama
de hambre en el mundo y sorprendentemente otorga respuestas para hacerle
frente. Su apuesta es valerosa, atendiendo el contexto de declive ambiental
y crecimiento poblacional del mundo.
La revolución verde del decenio
de 1960, ayudó sobremanera al crecimiento de la productividad agrícola. Gracias
al desarrollo de muchas variedades de cultivo, ampliación de infraestructura de
regadío y distribución de modernos fertilizantes y pesticidas entre los
agricultores en países en vías de desarrollo, la producción agrícola toco picos
altos. Estamos ante una realidad distinta, y aquí entran las valoraciones del
profesor Conway.
Primero: la investigación e
innovación. Los sectores públicos y privados deben apostar por el
descubrimiento de nuevas tecnologías “eficaces, accesibles y asequibles”. Cada
una de estas acordes a la situación particular de la región donde quieran aplicar.
La escasez de tierras idóneas sin utilizar y la sobreexplotación de tierras
cultivables hace indispensable apuntar a medidas de desarrollo sostenible. El
caso peruano pinta un panorama obsoleto: de acuerdo al último índice Global de
Competitividad (2012-2013) del World Economic Forum (WEF) ocupamos el puesto
117 (de 144 países) en lo que corresponde a innovación. El gobierno peruano,
más interesado en fábulas como las de la reelección presidencial, debe corregir
en la inmediatez esta persistencia en el error.
Los pequeños agricultores ocupan
un lugar fundamental en la cadena de producción alimentaria. Por esto, “deben
ser portadores de toda herramienta y apoyo que les sean necesarios para
maximizar los beneficios de las cadenas de valor y al tiempo reducir el riesgo
al mínimo”, señala el especialista. La mantención de mercados estables con
insumos y productos justos en un requisito para lo anterior. Asimismo, la
entrada de los agricultores a los mercados debe ser más accesible. Su
importante función en el ciclo de producción muchas veces se ve relegada por
intermediarios especuladores que inflan los precios e instituciones
ineficientes que traban el desempeño del pequeño agricultor.
La marginación también se da
dentro del sector productivo. Las mujeres, los jóvenes, minorías étnicas y
quienes no tienen propiedad en las tierras son parte de este grupo ahuyentado.
Por eso debe ser una de las tantas prioridades de los gobiernos de que puedan
tener acceso a una nutrición adecuada y a los trabajos de producción agrícola. “Las
mujeres, como agricultoras, madres, educadoras e innovadoras, constituyen un
vínculo decisivo entre la producción y el consumo de alimentos y los avances futuros en materia de seguridad alimentaria”. De
concretarse, un dato se nos revela: entre 100 y 150 millones de personas
dejarían de estar desnutridas.
Finalmente, señala Conway, Los
gobiernos del mundo deben aplicar coherente y consistentemente, y a todo nivel,
lo que se dice en sus compromisos ambientales (G-8, G-20 y la Unión Africana),
a la par que ponen especial énfasis en inversiones de desarrollo sostenible.
Lo expresado por Conway no es el
idealismo de un académico optimista. Se basan en las concretas experiencias que
se vienen realizando en el lugar menos pensado donde se podrían hallar las
soluciones para el hambre: África. Investigaciones en semillas (Zambia), apoyo
a los agricultores (Kenia) y atención gubernamental en infraestructura (Ghana)
reflejan que las recomendaciones alcanzadas por el experto en temas de
desarrollo sí son congruentes con la realidad. O bien la desafían exitosamente.
(http://www.project-syndicate.org/commentary/a-viable-agenda-for-achieving-food-security-by-gordon-conway/spanish
link original del autor donde se ve con mayor claridad la experiencia africana
en la lucha contra el hambre y la sostenibilidad agrícola)
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