El Programa Nacional de Becas y
Crédito Educativo (PRONABEC) fue objeto de estudio en una reciente nota a cargo
del periodista Carlos Hurtado de Mendoza para Portafolio Económico. Gracias a
él pudimos conocer los pros y contra de este programa que busca ayudar a los
menos favorecidos por el milagro peruano; del mismo modo, se percibe los males
del centralismo peruano que tienen como consecuencia que chicos del interior
dejen su tierra y se acerquen a centros de educación superior.
Son 20 mil los postulantes a la
beca, todos ellos cargados de historias de pobreza y desigualdad y con fuertes
deseos de superación. Son 20 mil oportunidades de ser alguien en la vida, de
elegir una carrera y cumplir sus metas. Sin embargo, el programa solo acepta a
la cuarta parte de ellos. 5 mil son los seleccionados. El tema del dinero se ha
visto resuelto.
El programa surgió en el 2012 con
las bases puestas por el Inabec y el sistema de becas impulsados durante el
gobierno de Alan García. El objetivo era fortalecer estos esfuerzos y lo está
logrando. En este aspecto, Hugo Díaz, investigador en temas de educación,
reconoce que el programa de becas se ha vuelto eficiente pero lamenta que recién
se concrete 15 años después de que países vecinos ya lo hayan puesto en
práctica. La frase “nunca es tarde para quien llega” no parece ser la más indicada para aplicarse
acá.
La descentralización del programa
es algo que la caracteriza. Son 30 las oficinas que la institución tiene en
todo el Perú y se apunta a que sean 50, destacó Raúl Choque, director ejecutivo
del Pronabec. De esa forma, son más las opciones de que jóvenes de distintas
partes del Perú logren acceder a este programa del gobierno. La dificultad aquí
es sobre las condiciones socioeconómicas que pasan los postulantes; sobre todo
si tenemos en cuenta cuando la beca les da la opción de presentarse a un examen
universitario. Es clara la desventaja que tienen postulantes de provincias ante
los alumnos de capitales de región, quienes tienen la segura posibilidad de ir
a centros pre-universitarios. Las deserciones o expulsiones de los becarios por
rendimiento académico grafican esta situación, como lo evidencia un estudio
realizado por el Instituto de Pedagogía Popular (IPP) para la región Callao.
Choque se defiende refiriendo que los becarios pasan por un ciclo de nivelación
y reportan asistencias y notas. Aunque vale el intento este no es suficiente.
Otra de las cosas que el
reportaje aborda es la calidad de los institutos y universidades que tienen
convenio con el programa. El caso de un postulante puneño que desee presentarse
a la UNI es muy revelador. Para costearse pasajes, estadía y gastos personales
tendría que gastar S/. 3.000 soles. Los costos se verían reducidos, y con ello
la posibilidad de ayudar a otros jóvenes, si en el altiplano existiese una
institución educativa de la calidad de la UNI, cosa que no existe, indica Hugo
Díaz. Como no es el caso, la probabilidad de ser un trabajador con la calidad
no deseada son altas y, peor aún, escasas las opciones de devolver la suma
prestada por el gobierno. Que el Pronabec fiscalice mejor la calidad de la
enseñanza es un imperativo que no debe dejar de lado, juzga Hugo Díaz. Aunque
Choque nuevamente refuta esta situación con el prodigioso desempeño de un
alumno iqueño que ganó nacional e internacionalmente un concurso de robótica,
proveniente él de la Universidad San Luis Gonzaga de Ica, el periodista y
nosotros también nos preguntamos sobre las posibilidades de que ejemplos como este
surjan con mayor frecuencia en el ámbito nacional.
El programa de becas y créditos
educativos es una puerta abierta para el ingreso a la educación en personas de
bajos recursos. Como sostiene Gustavo Yamada, investigador principal de la
Universidad Pacífico, la perfección de este modelo, siguiendo a nuestros pares
chilenos, masificará la accesibilidad a educación superar. No nos oponemos a
ello, pero los años de lucha del estudiantado chileno dicen mucho sobre la
conveniencia de este modelo que busca importarse. Las preguntas caen por su
propio peso: ¿en un contexto de crecimiento económico, el endeudamiento es la
única forma de lograr la educación superior? ¿Acaso no hay otros caminos?
Preguntas necesarias para una real democratización de la educación.
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