domingo, 14 de abril de 2013

La lentitud de Proinversión y cuánto se hace por salir de ella


El Perú necesita reformas y una de ellas debe empezar por cerrar la brecha de infraestructura. Importantes obras públicas de interés nacional deben realizarse a la brevedad. Hay dinero, empresas están dispuestas a invertir, los gobiernos regionales se muestran deseosos por llevar a cabo tales obras: ¿Qué ocurre? Un llamativo debate en las últimas semanas dio luces al respecto. Aquí un relato del suceso.
Primer round:
Gonzalo Prialé, primer vicepresidente de la Confiep, era entrevistado por el diario Gestión. Ingeniero Civil e interesado por temas de infraestructura –no por nada es presidente de la Asociación para el Fomento de la Infraestructura Nacional (AFIN)-, exponía sus puntos de vista sobre obras públicas y modos de invertir en ellas. Las cifras respaldaban su interés por ponerse, literalmente, manos a la obra: un estudio que encargó su asociación a ESAN  y a la Universidad Pacífico daba cuenta de un déficit de estructura de US$ 88, 000 millones, siendo Energía y Transporte (US$ 32,987 y US$ 20,935, respectivamente) los que más necesitan del cierre. 
Hay tres formas de inversión: pública, privada y público-privada, mejor conocida esta última como asociaciones público privadas (APP). Prialé estima que ante obras de pequeña envergadura mejor es que se den las inversiones públicas. Ya cuando la obra abarca mayores dimensiones las APP son las más indicadas.
El problema, según dice Prialé, gira en torno a que los proyectos de inmediata realización son cofinanciados (por el Estado). Estos necesitan de una aprobación que muchas veces es accidentada y esto le genera inacción al Gobierno. Muestra de ello es el reglamento a las iniciativas privadas cofinanciadas (IPC), muy trabado en su diseño y que demanda pronta corrección. Aquí empieza el detonante del intercambio de palabras, constructivo por lo demás.
Los IPC están a cargo de Proinversión. Esta institución ha demostrado lentitud y estancamiento en muchas de sus labores. Aunque está legitimada para ello, dificulta que intervenga cuando existen IPC regionales. En este camino, Prialé se vuelve defensor de la regionalización: que los mismos gobiernos regionales se encarguen de ello. Ante la fundada inquisición sobre la ineficacia de los gobiernos subnacionales, Prialé sabe atajarla: “La empresa interesada debe encargarse del estudio y dejárselo a la decisión del gobierno regional. El estudio estará bien hecho, de lo contrario se incurrirá en pérdidas”. Hay que tomar esto con pinzas. El recuerdo del EIA de Conga está fresco. La idea de Prialé es perfectible, los entes fiscalizadores deben estar despiertos.
Segundo Round:
Javier Illescas, director ejecutivo de Proinversión, reacciona. En una columna del mismo medio con fecha 05/04/13, esta reclama las razones por las que su institución es reconocida como tal, o sea, por ser lenta.
“Somos lentos porque los procesos así lo son”, parece decir. Tengamos en cuenta esto: procesos de concesión en líneas de transmisión son de 6 meses y en carreteras 9 meses. Otros como la Línea 2 del metro subterráneo o el Gasoducto del Sur, ejemplos citados por Illescas, y con los que pretende sostener la larga duración de la laboriosidad de su entidad, duran en función al contrato, dijo, resignado, Illescas. “Ok, duran mucho, pero ya no es mi culpa”, piensa. También aquejado por que se señala a Proinversión como falta de empoderamiento, Illescas rescata la Ley de Presupuesto del 2013, la cual creará un Comité Especial que formule o reformule proyectos. “En cuanto este sea creado, todavía deberíamos adecuarnos a este largo proceso de reforma”, comenta sin sobresalto alguno. “¿Que no tenemos Norte? ¡Están equivocados!”, refuta un Illescas alarmado. Los cuantiosos procesos adjudicados como APP y sus montos vinculados de inversión, así como el reconocimiento internacional por la ejecutoria de Proinversión y su marco legal desbaratan la teoría de la pérdida de brújula, se responde presuroso. Por último, Illescas describe el proceso por el que pasan los APP. Sírvase un vaso de agua, empecemos: “a) Incorporación del proyecto a la cartera de Proinversión por Acuerdo del Consejo Directivo (CD). b) El equipo del proyecto prepara Plan de Promoción y Convocatoria del proceso para ser aprobado primero por el Comité Especial (CE) y luego por el CD. c) En paralelo, de corresponder, el equipo prepara bases de contratación de asesores externos para estudios de ingeniería, banca de inversión y promoción comercial para ser aprobados por el CE. d) Con asesores contratados se inicia en paralelo la preparación de bases del concurso y primera versión del contrato para ver aprobados por el CE y la versión final por el CD. e) Las bases y versión de contrato tienen varias revisiones que son circuladas para opinión de la entidad dueña del proyecto, potenciales postores y algún regulador económico, interviniendo el MEF y la  Contraloría General de la República cuando hay cofinanciamiento. f) Adjudicación de la buena pro cuando ya no hay observaciones de ninguno de los entes mencionados, y g) Firma del contrato”. La tramitología en una de sus máximas expresiones.
Hay que reconocer cuando Illescas menciona que sus argumentos son debatibles. Es mejor que lo admita. Illescas habla sobre la necesidad de lograr un debate alturado, libre de análisis superficiales que nos lleve al quid del asunto: la simplificación de los procedimientos. Si bien es un artículo de defensa, hubiera sido espléndido que presente argumentos más sólidos que demuestren sus intenciones de cambiar la situación y no acudir al viejo argumento del reconocimiento internacional. Por otro lado, su mención de la aprobación de 8 proyectos, de 25, siendo todos estos del año pasado, no logra cambiar la percepción negativa que ensombrece a Proinversión. Prialé ya sabrá por dónde atacar.
Tercer round: nocaut
Prialé parece estar acostumbrado, y cansado, de estas respuestas. Él comprende la complejidad de los procesos y sus variados componentes que invitan al nerviosismo. Los procedimientos son más complejos mientras más complejos sean los proyectos y los escollos en la “tubería de proyectos” son una suerte de mal moderno entre empresas y estados que es ampliamente conocido y debatido. Pero: “ni Proinversión es la única entidad de ese tipo en el mundo que recibe críticas por esos motivos, ni el resto del mundo desarrollado y en vías de desarrollo está libre de discusiones similares”. Sin las peculiares tácticas de Natalia Málaga, Prialé desahueva a Proinversión.  
Dice también que las respuestas que Proinversión da, a modo de defensa, sobre lo incomprendido y difícil de su gestión no ayudan mucho a salir adelante las inversiones. De eso no se trata. “Para los usuarios de los servicios que brinda Proinversión no es consuelo escuchar de sus responsables, una larga lista de trabas o inconvenientes que les impida alcanzar sus metas o avanzar con los procesos”, estaca un Prialé rotundo.
De lo que se trata, y con la cual se está de acuerdo, es de un diálogo abierto, de tú a tú, de respeto en la cual las partes concilien y se lleguen a acuerdos. Es estar dispuesto a un equilibrado intercambio de opiniones en donde se lleguen a consensos. Interesante que se diga esto, viniendo de alguien del alto sector del empresariado. Prialé, como figura importante de la CONFIEP, ojalá imbuya de este espíritu de diálogo a un gremio que es altamente conocido como cerrado y caprichoso con sus deseos. En horas donde existe un cambio de administración, resultaría provechoso para el país que se de este cambio de mentalidad. Para ser justos, en todos los ámbitos del país.
Prialé continúa, y con esto la desvirtuada imagen de Proinversión va cayendo en pedacitos. Son sendos y hasta crueles los ejemplos en los que el mencionado incurre. Pero ciertos. Con un mínimo de 21 meses y un máximo de 95 meses de aprobación de toda una amalgama de proyectos, solo queda confirmar lo que los participantes de este debate mencionan: que Proinversión es tajantemente lenta.
Que las razones de esta maraña vayan por el temor de los funcionarios de que caiga sobre ellos alguna denuncia -adicional a esto la desconfianza pública sobre las licitaciones- o que el objetivo de Proinversión sea que “no se gaste mal” en vez de velar por que se gaste bien y rápido, dice Prialé, solo contribuirá a la cerrazón del diálogo y que la plácida burocracia vea abultados sus bolsillos y el entorpecimiento de obras públicas siga siendo su sostén.
En tanto, nada o poco se realiza, y quienes más las sienten no saben a quién ni dónde acudir. Es así como están las cosas. La brecha no se cierra y uno de los puntos cruciales, la búsqueda de soluciones, parece encaminarse, en un ruinosa vía, junto a ella.

Fuente: Gestión

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