domingo, 7 de abril de 2013

Despertando del sueño de los laureles: una investigación que invita a abrir los ojos


Ha picado mucho en la academia la investigación “Cuando despertemos en 2062, visiones del Perú en 50 años”, editada por la Universidad Pacífico. Ella apunta sobre los riesgos de continuar con el actual modelo primario exportador que caracteriza a nuestra economía, el cual se basa centralmente en la dependencia asombrosa que tenemos sobre nuestros recursos minerales. De acuerdo a la demanda de minerales que tenga  China u otros países, nuestra boyante economía seguirá a tope. Conforme esta demanda decaiga, fruto de las cíclicas crisis del sistema financiero, y nuestros recursos se agoten, los efectos en nuestro país serán más que perjudiciales.
Una de las alertas más significativas de la presente investigación es que dentro de 15 años podríamos entrar nuevamente en una crisis como las que sufrimos en los años 80. Esta suerte de profecía le ha valido muchas críticas pues la consideran económicamente determinista y con un ácido hálito apocalíptico. Lo cierto, no obstante, es que de no emprender cambios en el modelo que nos ayuden a enfrentar los riesgos internacionales el panorama será sombrío. “Hasta que no se homogenice la economía peruana no vamos a poder salir del subdesarrollo”, dice uno de sus autores, Jurguen Schuldt. En resumen, la investigación reconoce satisfactoriamente los avances producidos en materia de reducción de pobreza. Pero esto habla de crecimiento económico no de desarrollo. Los bajos niveles de calidad educativa y atención en salud dan cuenta de ello. La propuesta va  por diversificar la economía y, claro, hacerla sostenible.
Las reacciones no se han hecho esperar. Entre ellas tenemos los típicos señalamientos que tildan de izquierdista la investigación. Los cuales, a decir de economistas como Carlos Adrianzén, andan  reñidos con la realidad. Estos vaivenes izquierdistas, dice la prédica de los economistas pro-mercado, solamente buscan lo negativo, lo que, dentro del trasfondo ideológico de ellos, equivale a buscarle tres pies al gato. Así tenemos a Pablo Bustamante, director del portal informativo Lampadia, quien señala que esta investigación de claro cariz izquierdista busca introducir “el viejo argumento de la izquierda” el cual gira en torno a la “maldición de los recursos naturales”.
Bustamante se propone dejar sin fundamento la tesis que, a su entender, es el motor principal de la investigación. Nos habla, de ese modo, de países como Noruega, Australia, Nueva Zelanda o Chile que han sabido usar muy bien sus recursos, reduciendo la pobreza a niveles del 10% de la población. La protección de libertades políticas y económicas se desprende del respeto que tienen estos países por el mercado, la democracia y sus instituciones. En el otro bando, tenemos a países como Venezuela, Ecuador, Bolivia y una lejana República del Congo, quienes, al igual que el bloque de arriba, sus profusos recursos naturales representan el 80% de sus exportaciones. La palmaria diferencia se encuentra en que estos países tienen un promedio de 45% de población en estado de pobreza. Se reconoce que esto es consecuencia de sus regímenes políticos.
Por todo ello, Bustamante pone en tela de juicio catalogar de maldición los recursos naturales y ciertamente lo logró. El problema sustancial es que en ningún momento se dijo que la explotación de nuestros recursos naturales es una mala alternativa para salir del subdesarrollo. Efectivamente, las estadísticas respaldan que, en el corto plazo, sí es un modelo eficaz. El asunto es, como ya se vio en un inicio, si resulta sostenible en el largo plazo. Bustamante parece no entender eso. Gratificado por su fundada argumentación, culmina así: “Este no es momento para arrugar, es el momento para apostar a ganador”. Como se ve, poner en entredicho las bases del modelo económico hace saltar del asiento a algunos. El libro ya está a la venta y es de imprescindible lectura. 

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