jueves, 9 de mayo de 2013

Lo que el Foro Económico Mundial nos dejó


El Foro Económico Mundial (WEF, en sus siglas por inglés), cita económica mundialmente conocida, se realizó con éxito hace un par de semanas en el Perú. En ella se reunieron la crema y nata de la economía mundial y local para debatir temas de crecimiento inclusivo. ¿Crema y nata? Pues el WEF es eso: más que un concialíbulo donde se debaten temas de desarrollo, propuestas económicas eficaces; es una convención exclusiva de elite donde los pesos pesados de la economía se reúnen anualmente para intercambiar tarjetas y formar asociaciones. No por nada Samuel Huntington, sociólogo estadounidense, acuño el nombre “hombre de Davos” hace más de diez años para calificar al asistente promedio, hombre asiduo a las reuniones de este tipo donde más importa el estatus socioeconómico y la búsqueda de maximización de capitales. Davos se llama porque es el lugar tradicional donde se realizan los WEF y queda, por cierto, en los alpes suizos. Estas mismas prácticas se vieron en el CADE (Conferencia Anual de Ejecutivos) peruano, que es como su versión micro.

No obstante lo anterior, el WEF en tierra latinoamericana pegó por haber tenido una agenda de acerca de desarrollo inclusivo. Algunos de sus integrantes, como Ricardo Hausmann y Enrique García Rodríguez, del Centro para el  Desarrollo Internacional y del Banco de Desarrollo de América Latina, respectivamente, criticaron la complacencia de los principales actores económicos del Perú. García Rodríguez puso en evidencia que si bien somos una región que ha capeado muy bien el temporal de la crisis, todavía no somos una economía consistente. “Hace 25 años las exportaciones de América Latina representaban el 18% de las exportaciones mundiales, hoy representan el 7% y el peso de América Latina en el PBI mundial aún está en 6% y 7%”, fustigó. Hausmann fue por el mismo lado. Es reconocido que Hausmann haya puesto el dedo en la llaga dejada por el triunfalismo peruano y quien también haya propuesto un recambio en la economía: fomentar el mercado interno.

Las críticas no son menores. Los ciclos económicos tienen un fin (aproximadamente duran entre 5, 10 y 14 años) y, como pone en evidencia el periodista Luis Davelouis, no se ha hecho nada por incentivar a que la economía se haga sostenible por mano propia. Los precios de las commodities en cualquier momento caen y ya veremos a los sachaliberales que tanto exigen centrarnos a como dé lugar en la explotación de nuestros recursos.

Regresando al WEF, como sostuvo un informe de Portafolio Económico, hechos los diagnósticos, antiguos por lo demás, se centraron en las posibles reformas para enmendar los errores. Estos pasaban por integración, educación, innovación y, la más sonada en las últimas semanas, diversificación.

En el plano de la educación es de muy destacar la experiencia costarricense. La ministra de Comercio Exterior, Anabel González, descolló nítidamente. Costa Rica un país que apenas llega a representar el 4% de nuestra extensión territorial y la sexta parte de nuestra población, ha sabido ir más allá de la producción de plátano y café y tiene una economía diversificada de 4.500 productos que negocia con 150 países, según el informe de Alejandra Costa de Portafolio Económico. La respuesta se halla en que el país centroamericano destinó 8% de su PBI a la educación (el Perú apenas otorga 3%, con los resultados ya conocidos) y se asoció con industrias especializadas en los rubros de aeronáutica, automotriz, entre otros.  

Castilla estuvo de acuerdo en dirigir más fondos a la educación y coincidió en la visión que se tiene sobre esta como baluarte del crecimiento pero no dijo algo concreto en cómo hacerlo.

En cuanto al plano de integración, ministros de Economía y Hacienda de cuatro países aprobaron la coordinación para tratar temas más allá del comercio. Como por ejemplo “alinear respuestas ante la abundancia de capitales que llegan a la región”. La Alianza del Pacífico, grupo que reúne a México, Colombia, Chile y nuestro país fue tomado como proyecto a seguir. Las perspicacias por lo acaecido por la integración europea no se dejaron de un lado, por lo cual esta unión debe ser cuidadosa, en caso se dé.

Fue en el WEF donde Ollanta Humala calentó el ambiente nacional al exigir un Estado más equilibrado. Luego de los extremos de los 70’s y 90’s, del Estado poderoso a Estado ausente, era lo mínimo que se podía pedir. Sin embargo, esto fue tomado a la mala por algunos miembros del avance económico peruano. Asimismo, también en el WEF se dio la oportunidad para poner en duda el papel de las clases medias como motores de la economía. Si bien se ha avanzado, esta nueva clase media está muy marcada por el individualismo y, como sostuvo Augusto de la Torre, está viviendo al margen del contrato social. El bien común no es precisamente algo que les preocupe a la clase media emergente.

¿A qué se llega entonces? Que el WEF, con sus particularidades de por medio, fue una oportunidad para poner en duda nuestras bases de crecimiento y diseñar reformas a seguir. Al mismo tiempo los resultados lanzados por la realidad social demuestran una sociedad cautivada por el beneficio económico familiar. Del mismo modo, el apetito consumista ha llevado a que las tasas de crédito se vean incrementadas notoriamente, poniendo en riesgo la economía peruana. Felizmente se han tocado temas importantes que se espera hayan calado en un sector que es conocido por su renuencia a participar del cambio social. Pero, así no suceda ello, los tópicos han llegado al conocimiento de la gente, motivo por el cual se aguarda otro cambio de actitud.

Fuente: Portafolio Económico, Gestión

02-05-13

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