La propuesta del economista arequipeño
representa un soporte considerable para quienes están imbuidos en una sociedad
capitalista. Más expresamente, sirve de ansiado bote salvavidas en el desesperante
parsimonia que representa la tramitología de las instituciones. Me explico. Una
de las salvedades del pensamiento de Hernando de Soto consiste, básicamente, en
reforzar la cultura del documento, promoviendo de este modo el competitivo
intercambio económico basado en él.
Luego de una mirada compenetrada
a la realidad de su tiempo (aquella que
se vivió en las décadas del terrorismo), de Soto concluyó en que las olas de
informales que recorrían Lima, se debía al desfase del Estado, al abandono de
este a las pequeños empresarios, los emprendedores o todo aquel que decida
salir adelante en la vía de los negocios. La consecuencia de esto, de las
trabas burocráticas que imponía, devino en un acelerado movimiento de
informalización. En una economía en declive, lo más lógico era vivir al margen,
ganándose la vida a pulso propio, sin la supervisión de algún órgano estatal.
Se aprecia aquí el germen del nuevo peruano, esos que predominantemente llaman
el “emprendedor peruano”. Hay dos consecuencias de ello: una sólida confianza
en que uno puede salir adelante sin ayuda de papa Estado y la de ser una de las
cinco principales economías informales del mundo, como señala Pablo Secada,
economista del IPE.
Como se ve, las tesis del
economista resultan favorecedoras para un entorno como el nuestro. En ese
sentido, y en el marco de la proclamada reforma del servicio público, la
propuesta de de Soto aparece como idónea. No queda duda que desde el
Legislativo se debe prestar mucha atención al contenido de las ideas de de
Soto. Las interminables colas en los espacios estatales, por citar un ejemplo,
tendrían fecha de caducidad.
Algo se destaca de todo esto: la
ubicación. Y de Soto no parece darse cuenta de ello. El economista, y esto es
muy celebrado por la prensa, ve en esta tesis de institucionalizar las
transacciones económicas vía papel como el modo infalible para llegar al
desarrollo capitalista. Hay un video en la web que retrata fielmente el modo en
que de Soto hace llegar su discurso: en una entrevista con Jaime de Althaus, de
Soto afirma, sin ningún sobresalto, que Osama Bin Laden, líder de la red
terrorista Al Qaeda, fue encontrado, abatido y muerto precisamente porque se
encontraba en un bien inmueble “registrado legalmente”. De haber seguido en las
montañas, tamaña hazaña militar no hubiese sido posible. Althaus piensa
mientras escucha a su interlocutor: “WTF?”
Y es ese el discurso de de Soto:
titular propiedades, emponderar a los necesitados por la vía de la legalidad,
ofrecer créditos. Todo ello con el fin de promover el capitalismo popular. En
ese sentido, de Soto insta, con bibliografía en mano y trabajos de
investigación, que las comunidades amazónicas deben registrar sus propiedades,
es decir los casi infranqueables terrenos donde habitan, para tener una mejor
posición a la hora de entablar negociados con empresas que deseen entrar en su
territorio. Las mesas de diálogo son un regreso al pasado; innecesarias por lo
demás. Con su propuesta se llega a un comprobable intercambio de tú a tú. La
comunidad indígena y la empresa en las mismas condiciones. Pues de otro modo no
sería posible: mientras un ciudadano sí puede entablar procesos con la
documentación en mano; un poblador de alguna comunidad olvidada no puede
hacerlo. (¿Se preguntará el alabado economista por las condiciones de justicia
allá en el interior; donde ni siquiera hay juzgados especializados que tengan
la lengua autóctona como herramienta inclusiva del acto jurídico?) De Soto,
imperturbable, enseña sus pergaminos liberales: “Yo creo en la igualdad ante la
ley”.
Diversos especialistas se han
referido al trabajo de de Soto para con las comunidades indígenas. Indican que
en los casos donde los nativos de la selva han titulado sus bienes y los han tranzado
con colonos, aquellos no han mejorado en mucho su situación, incluso han visto
recrudecida su pobreza. De Soto, al extraer una experiencia de integración de
las comunidades nativas al mercado, cree que esta debe ser la regla. El
economista se basa en lo acontecido en Alaska, cuando las tribus del lugar
negociaron la titulación de sus tierras con el gobierno estadounidense. Esta
experiencia ha rendido buenos frutos pues las tribus de la región participan
del crecimiento económico. La convivencia entre identidad y crecimiento
económico se ha dado fructíferamente. Empero, hay que tener cuidado con esto.
No se trata de un “copy and paste” socioeconómico.
En este aspecto suenan
contraproducentes las visiones que tiene de Soto sobre la amazonía son muy
distantes de lo que realmente se percibe en ese contexto. Como bien lo define Fermín Tiwi Patti,
abogado awajún, la cultura de las comunidades indígenas está en la otra orilla
del pensamiento de la economía occidental. Si bien hay algunos que han
arrendado sus parcelas, el dinero obtenido no se invierte, se malgasta; es por
eso que muchos indígenas terminan endeudados. No es que sean derrochadores,
simplemente tienen la idea de que “si tú me das algo, no necesariamente debo devolvértelo”.
El propósito no es decir: “miren ellos piensan así, dejémoslos tal como están”
en un sentido etnocentrista; sino más bien ver las posibilidades que tienen
para alcanzar el desarrollo económico. El mismo Fermín sugiere que sea el
comercio, con una posible ayuda técnica de de Soto, la actividad principal de
las comunidades selváticas. Esto es más acorde al espíritu de estas.
Son muchas las variables en
juego. El régimen de propiedad, por ejemplo, no revertirá en mayores ventajas
económicas. Subraya Fernando Eguren, sociólogo experto en temas agrarios, que
no es tanto un problema económico el de la titulación, sino más bien político.
Las reglas del juego favorecedoras a las grandes empresas, la poca validación
que tienen los documentos de propiedad, así como la poca participación de la
banca en la entrega de créditos agrarios (imagínense que si son reducidos los
créditos en el sector agropecuario de la costa y sierra, peor será en esta zona
tan largamente olvidada). Eguren sostiene, pues, que el problema no va tanto
por la titulación, sino una mayor intervención del Estado porque las
condiciones de negociación entre empresas y comunidades se den en óptimo
estado. Es, en suma, lo que Hernando de Soto desearía, ¿verdad?
Pero no nos engañemos. Resultan
loables las intenciones de de Soto por institucionalizar la documentación y su
deseo por integrar al mercado a las masas de informales. Sin embargo, la
propuesta suya de la titulación expansiva de créditos en la tierra amazónica se
enfrenta a un complejo escenario de múltiples culturas y pareceres. De Soto
apuesta por una titulación al caballazo, sin tomar muy bien en cuenta esas
realidades. Y es un defecto que trasciende ese campo. Por ejemplo, de Soto cree
que las movimientos populares árabes que capturaron la atención del mundo los
últimos dos años, se debió a una frustración de emprendedores. Mohamed
Bouazizi, joven tunecino que se prendió fuego por que autoridades del orden le
quitaron su puesto de frutas, es, en la visión del arequipeño, un mártir del
emprendedurismo. Nada importan las violentas condiciones sociales y políticas y
el recorte de libertades en el país. O se podría hacer una excepción: solo
importa la libertad económica, madre de todas las demás para un neoliberal contumaz como de Soto.
En un país con una 20% de
población que no ingresa a los servicios de salud, así como la “incomprendida”
amazonía, donde en la región Loreto solo 3 de sus 7 provincias tiene acceso al
agua potable por falta de redes de conectividad, y en el cual la educación
pública y privada está por los suelos, ¿cómo creer la que llavecita mágica del
progreso se encuentra en una titulación? Suena lamentable reconocer que Hernando
de Soto, avalador del golpe del 5 de abril, sea considerado como uno de los
pensadores top del mundo.
Fuentes: Servindi, www.veneconomy.com, El Dominical, El
Comercio
http://www.veneconomy.com/site/files/articulos/artEsp4531_3154.pdf
, http://servindi.org/pdf/Serv_66_DeSoto.pdf
10-05-13
No hay comentarios:
Publicar un comentario