jueves, 7 de agosto de 2014

No entender lo universal

La punta del tenedor intenta ensartar un pedazo de carne que brega por no ser tragada. “Ven, ven, carajo, ven”. Pero la carne no es ensartada. “Maldito tenedor. Qué tenedor… ni siquiera debí de haber venido aquí. Ayy… qué habrá cocinado Juancha. Lomito…”.

-Oe, ¿no comes,no?-pregunta Rosaldo viendo con temeridad la carnecita jugosa y con sus dedos de oyuco muy cerca a ella.

-¿Ah…? ¿Qué…?

-Fuiste-y la carne no es ensartada, sino tocada por los dedos de oyuco. La carne finaliza en la boca de Rosaldo ante los ojos absortos de Tiberio. Este despierta de su libre albedrío y piensa nuevamente en su angustia: cómo hacer que las universidades públicas tengan la dicha de tener una buena biblioteca como la que él goza en su actual casa de estudios.

-Cholo, ¿te imaginas? Tremendos salones para todo el mundo, ¡y gratis! ¡Todo gratis! Todo pagado por el Estado. ¡Fabuloso! –esta última palabra la dice muy risueñamente con la cara apoyada en la mano derecha, al estilo del poeta Vallejo.

Tiberio no se interrumpe:

-Puta, los chibolos podrían leer de todo, todo. Ficciones, geografía, psicología, humanidades, historia, cómics, libros de fotos, hay uno de porno para los que son como tú, pucha, ciencias sociales, crónicas, periodísticos, fábulas, poesía, teatro, e-co-no-mía ufffffffffff… ¡tantas cosas! ¡¡¡Tantas cosas que ayudan y, nosotros, putos privilegiados, solo tenemos en este país!!!  ¡Ta que me siento mal huón!

-Ayy… ya empezó con su rojada –dice, levantándose de su sopor Marita.

-¡Calla oe care’mpanada! –revienta cual volcán Tiberio.

Rosaldo se mata de risa. Volviendo en sí le dice a Tiberio:

-Puta es verdad… -y mira los fideos rojos que, ellos sí, quieren estar bien guardaditos dentro de un ser humano.

-Sí, causa. Cuántas veces de una bajoneada ir a la biblioteca me ha salvado de buenas, ¡cuántas! Puta si no hubiera accedido a un buen libro de Saramago, a una citita de Roque Dalton o si quiera a la introducción de algún libro de Unamuno (¡bárbaro el tío!), ¿dónde estaría yo? Ahora, ahora, imagínate los chibolos de San Narcos, de, puta, de la Alas Peruanas, ¡locazo! ¡Ni qué decir de los del cerro Camote! ¡Qué cólera conchasumare!

Tiberio levanta los brazos, se exalta, los ojos se le desorbitan del enojo, todo es muy rápido y ya no hay más bebida de sobre para calmarle la sed. Rosaldo y Marita lo ven con misterio. Marita piensa para sus adentros: “¿y a este que bicho le picó?”.

-Puuuuta… -atina a decir Rosaldo únicamente.

Tiberio ve el desinterés de sus amigos. Su inicial gesto risueño pasa a ser uno desgastado, abatido. Tiberio vuelve a su anterior ensimismamiento, como lo hace un guerrero después de una batalla, solo, despacito, a curar heridas.

Pero todavía hay gasolina:

-¡La pucha, tíos! ¡Ahora querer que todos compartan una universidad como la de nosotros me hace Rojimio Zeballos! ¡La pucha, eh! ¡Son todos unos bestias! ¡Bes-tias!

Se para y se va.

-Oiga, la cuenta-le grita el mozo atento a todo.
-Que la pague ese huevón que me debe 10 lucas-dice señalando a Rosaldo y se va refunfuñando.




07-08-14

No hay comentarios:

Publicar un comentario