Llegué algo tarde al FIL Lima. No
había carros ese domingo y tuve que tomar un taxi. Para colmo el señor del taxi
no tenía cambio del billete viejo de veinte soles y tuvimos que dar vueltas por
la manzana del lugar donde está el FIL
en búsqueda de un grifo. Al final lo encontramos pero ya era tarde. Vi el reloj
y Susan para esa hora probablemente era acosada por los fans para tomarse
selfies. Yo me lo perdía todo por tardón.
Ingresé corriendo. No me importó
para nada encontrar a Estefanía de modelito de esa librería local. Sí, tendrá
sus curvotas pero… a metros de Susan Orlean, ¿quién se detiene a ver a ese
mujerón?
-Hola, Estefanía, ¿Tan
apretadita? Ja,ja, ¡te llamó en un rato, ah!
Susan Orlean es autora de El
ladrón de orquídeas, libro que relata la historia de John Laroche, un fanático
coleccionista que roba orquídeas en reserva en California. La historia le valió
muchos reconocimientos y fue llevada con éxito a la pantalla grande de la mano
de un buen trabajo del guionista Charlie Kaufman. La actriz Meryl Streep haría
de la cronista del The New Yorker y compartiría roles con un duplicado Nicolas
Cage.
Susan Orlean de afable sonrisa,
brazos fuertes, cabellera rojiza y vestido negro conversaba con los asistentes.
Yo me sentí en confianza con esa sonrisa que tenía y pensé que podía
responderme algunas preguntas. “Susan, estamos en vivo para Cuarto Mensaje, qué
opinas sobre la supuesta crisis del periodismo”, pensaba en preguntarle y
ponerla contra la lona mientras me la
acercaba.
Mi ansiedad era grande y las
preguntas que formulaba en la cabeza caían como si se hubiesen tropezado de una
gran escalera, lo cual me producía mayor pavor. Saqué la inefable libreta de
notas y apunte desordenadamente una por una.
-¡Su…!
-Suuuusan, hola, darling.
La voz era de mi enemigo de
culturales: Titín Lanas. El depravado y avezado reportero se puso entre mí y la
autora y le regaló inopinadamente un pisco y un retablito ayacuchano.
-¡Oh, thank you! –dijo la Orleans.
Lanas me miró de reojo, me lo
guiñó y sacó rápidamente su Sony para empezar su trabajo. Yo le mentaba la
madre, enfurecido, en mi cabeza.
-Susan, ¿do you speak
spanish?-dijo el tonto intentado hacerse el simpático a sabiendas de que la
renombrada periodista había dado la charla en un español que más parecía
spanglish, según me dijo un testigo.
-Por supuesto-dijo masticadamente
la Orleans.
-Well, empecemos.
Lanas, hay que decirlo, había
estudiado a fondo la carrera de la escritora y periodista. Hablaron sobre la
adaptación del cine de su obra principal, del bello e imperecedero reportaje
que es, de su amistad con Meryl Streep, de los desenlaces a la que fue llevada
la película gracias a Kaufman, etc. Una pregunta me sorprendió más de lo normal
y por eso sentí algo de respeto por Lanas.
-Has señalado que para escribir
un reportaje prefieres los temas desconocidos, mientras el manual advierte que
uno debe escribir sobre lo que sabe bien. ¿Cómo es tu proceso de trabajo?
Orlean lo miró un tanto
maravillada, por fin alguien preguntaba sobre metodología en sí.
-Es verdad: siempre te dicen que
escribas sobre aquello que conoces. Sin embargo, yo siento que el periodista siempre
debe tener una actitud de estudiante, en permanente aprendizaje. Si conoces la
materia en la que investigas, no encontrarás sopresas. Para mí, escribir una
historia documenta el proceso de conocimiento. El descubrimiento y la sorpresa
son los elementos básicos que busca el lector.
-¿Cómo acercarnos a un tema que
conocemos?-preguntó Lanas sin ser perturbado por los sabuesos del FIL que
venían a llevarse a Orleans para la foto institucional.
-Me interesan dos tipos de
historia: la primera es la que me obliga a cruzarme con una subcultura
desconocida. La otra es buscar en lo familiar y lo ordinario, aquello que nunca
te has detenido a observar. Casi cualquier cosa puede darte una historia, todo
depende de tu intuición particular para abordarla. En el caso de “El ladrón de
orquídeas”, yo no sabía que había gente que comerciaba y coleccionaba
orquídeas, moviendo grandes cantidades de dinero. Es como mirar por el hueco de
una cerradura y descubrir todo un mundo.
Orlean, después de haber
testimoniado su experiencia de trabajo a Lanas, le dio un beso que fue recibido
con una sonrisa oreja a oreja de Lanas y se fue con el chullo puesto. Yo lo
miraba picón.
-Bien ahí, cholo-le dije para
cumplir.
-Hablé en voz alta, comparito-me
dijo Lanas-. Cátedra gratuita, eh.
11-08-14
Adaptación de una entrevista hecha por el periodista Enrique Planas a
la autora Susan Orlean. Luces 03/08/14
No hay comentarios:
Publicar un comentario