viernes, 25 de abril de 2014

Hermosuras espontáneas

1

No es duro de corazón, pero en su muro de aquella red social pone o música metal o reflexiones sobre su vida diaria (generalmente salpicadas de “crítica social”) o algún meme que alborote el gallinero. Todos ellos un desahogo, una burla o un señalamiento. Es tanta su seriedad y celo por su “imagen” que, pese a lo dicho anteriormente, ha bloqueado cualquier forma de que extraños o amigos publiquen en su muro. Así es él: algo serio. Pero el año pasado tuvo, como todos, su quince minutos, y poniéndole un alto a los mensajes publicados reñidos con los “sentimientos” publicó lo siguiente. En español y en griego para que vean lo rebuscado que es.  

Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si me falta el amor sería como bronce que resuena o campana que retiñe.
Aunque tuviera el don de profecía y descubriera todos los misterios, -el saber más elevado-, aunque tuviera tanta fe como para trasladar montes, si me falta el amor nada soy.
Aunque repartiera todo lo que poseo e incluso sacrificara mi cuerpo, pero para recibir alabanzas y sin tener el amor, de nada me sirve.
El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla.
No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo.
No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad.
Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo.
El amor nunca pasará. Las profecías perderán su razón de ser, callarán las lenguas y ya no servirá el saber más elevado.
Porque este saber queda muy imperfecto, y nuestras profecías también son algo muy limitado; y cuando llegue lo perfecto, lo que es limitado desaparecerá.
Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba y razonaba como niño. Pero cuando me hice hombre, dejé de lado las cosas de niño.
Así también en el momento presente vemos las cosas como en un mal espejo y hay que adivinarlas, pero entonces las veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como soy conocido.
Ahora, pues, son válidas la fe, la esperanza y el amor; las tres, pero la mayor de estas tres es el amor.
1ra Carta de Pablo a los Corintios, 13

2

Veía cómo Robert de Niro masacraba sin piedad por celos a un joven que había visto a su esposa. La espiral de éxito trago su ascendente carrera y terminó gordo y con la nariz grandota como dueño de casinos. Tal negocio, poco lícito, le valió rodeos con la policía. Ha terminado una historia de entrada al infierno, cual héroe griego, pero también logro salir –si la memoria no me falla-. Hablo de la película Toro Salvaje. Scorsese le da término la siguiente “reflexión”:

Llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: “Da glroia a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador”. Les respondió: “Si es un pecador, no lo sé. Sólo sé una cosa: que era ciego y ahora veo”. Le dijeron entonces: “¿Qué hizo contigo? ¿Cómo te abrió los ojos?”.

Juan 9, 24-26

3

Sentado en mi mueble termino la reseña y homenaje que le hace un profesor de economía de una universidad peruana a (PUCP) uno de los fundadores de la economía como carrera de estudios en el Perú, Máximo Vega-Centeno. Ayer hubo una ponencia donde él participó y me cayó muy bien. Un tipo con apertura, entrega, valores y mucho conocimiento. El homenajeador, José L. Távara, finaliza sus gratas líneas sobre su antiguo profesor con este pasaje.

No los llamo siervos, Porque el siervo no sabe lo que hace su Señor. Sino que los he llamado amigos, porque todo lo que he oído de mi Padre, se los he dado a conocer. Ustedes no me escogieron a mí, sino que yo los escogí a ustedes, para que fueran y dieran fruto, y para que su fruto perdure.

Juan 15, 15-16

4

¿Quién lo diría? Impensablemente, me encuentro con bellos pasajes bíblicos en contextos que poca relación guardarían con aquel texto considerado sagrado: un filósofo escéptico, una película de golpizas, un economista solidario y conocedor. Los fieles publican: “¡te amo, Dios, cuanto has cambiado mi vida!”, como también aquel espanto que vigila los aires de la PUCP; ese cartelón gigantesco de los bethelianos en contra de la Unión Civil. Los creyentes publican cosas (ciertamente, el de la organización Bethel activa el trabajo de nuestro hígado) y están en su derecho. Pero vienen de ellos y ahí nomás. Las reflexiones que reseño salieron espontáneamente y me alegraron el día. Sucedió, tal vez, porque no había un propósito propagandístico detrás. Simplemente –pienso- fueron honestos arrebatos que querían expresar una emoción. De ahí la trascendencia que tienen para mí.


26-04-14

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