Sin otro contratiempo político
que no sea el de la unión ciudadana en pos de dar la civilizada contraria a la
revocación de Susana Villarán (insisto
en que se fije en los estratos sociales menos favorecidos que es donde se
incuba mayor descontento hacia su gestión), me gustaría realizar algunos comentarios sobre los
apuntes económicos del día de hoy.
En reciente publicación de su
libro, Carlos Paredes, profesor de economía e investigador de la USMP, nos
presenta un descompuesto panorama del sector pesquero peruano. Para quienes siguen pensando en reducir
impuestos a las empresas extractoras que vienen a nuestro país, a fin de que se
desempeñen mejor, las conclusiones de Carlos Paredes resultaran de lo más
aleccionadoras. ¿Por qué? Pues porque en tiempos de hegemónica prédica neoliberal
que declara menos Estado y menos regulaciones, el hecho de que desde sus mismas
canteras se diga algo contrario es de resaltar. El profesor Paredes no apostará
por un cambio de sistema (de eso estamos muy lejos), pero si lo que dice trata
de recaudar más para distribuir más, ahí estamos (a ver la si la paupérrima
gestión del Estado se despierta de su tóxico sueño).
Los derechos de pesca, dice, que
se pagan en el Perú no tienen correspondencia con la alta productividad de
nuestro mar. De más está decir que el nuestro es uno de los más ricos del
mundo. Propiedad de todos los peruanos, el Estado no hace mucho por que la
renta que tienen las empresas suba más. La alta producción en nuestros días
debe ameritar una subida de los derechos de pesca. Asimismo, en la misma
presentación, Patricia Majluf, ex viceministra de Pesquería, de triste salida
de este gobierno, critica que la pesca de anchoveta solamente se destine a la
elaboración de harina de pescado. Teniendo en cuenta lo nutritivo de este espécimen marino y el
nivel nutricional de nuestra gente, de acuerdo con Majluf, la decisión política de promover el consumo de anchoveta en los hogares peruanos es definitivamente correcta.
La fuga de talentos que erosionan
la investigación de nuestras aguas (responsabilidad no solo del Instituto del
Mar del Perú, sino del Estado) y de una falta de monitoreo, hacen de nuestro
sector pesquero un nuevo punto en el que trabajar, y con urgencia.
Por otro lado, Gustavo Yamada, en
columna reciente nos habla de pobreza y clase media. Sobre cómo definirlas.
Apunta que ya existe un consenso sobre la pobreza en un sentido monetario, esto
es, se dejará de ser pobre conforme se pueda costearse una canasta de alimentos
que superen las 2.300 calorías diarias, básicas para proveer de energía al ser
humano. Como bien lo dice, esto en el aspecto monetario. La forma
multisectorial, la que ve temas de salud, educación, justicia, etc., como se
ve, es más compleja. Por otro lado el consenso sobre definir a la clase media
es más intrincado. Vastos estudios desde las ciencias sociales todavía no la
definen como tal, dice. Por ello, siguiendo al economista sueco Hans Rosling,
Yamada desliza una clave para definir a la clase media: poseer un
electrodoméstico. En este caso, una lavadora.
Es un poco raro esto, ¿verdad?
Como voluntario de la Defensoría del Pueblo una vez camine por un AA.HH. que se
encuentra detrás del aeropuerto Jorge Chávez. Deambulando por “El Ayllu”, que
así se llamaba el asentamiento, di cuenta de que una de las vecinas del lugar
tenía una lavadora apostada en la puerta de su casa. Sorprendente artefacto en
un lugar como ese. No es que en un asentamiento no se pueda tener lavadoras (de
repente se compró tal aparato mediante una colecta barrial, algo muy incierto
realmente), sino que definir clase media en torno al electrodoméstico es una
cosa muy relativa. Por el momento, me quedó con la definición de clase media,
que sin ser exaltada como tal, es decir, como “definición”, la ve como acceso a
los servicios públicos de salud, educación y cultura, entre otros, de calidad.
Ciertamente son conceptos vagos. Como dice Yamada, aún no hay consenso. Tarea
para las ciencias sociales.
En un campo lejano, el economista
Waldo Mendoza nos habla de la crisis europea y nos tranquiliza. En efecto, el
profesor de economía de la PUCP, comenta en su columna de hoy (13/12/12) sobre
los inexistentes efectos de la crisis europea en el país. El dólar sigue en un
nivel bajo, las exportaciones no conocen de pausas, los precios de nuestros minerales
no decae y las inversiones se mantienen. No hay signos de que un probable
desplome. Todo de maravillas. El piloto automático económico no se verá
afectado, de acuerdo con Mendoza. No obstante, es de resaltar el pedido del
economista por apuntar a sectores ajenos a la minería, que es el sector del
cual salen más del cincuenta por ciento al PBI. En un ambiente económicamente
favorable sería indispensable desarrollar la industrialización del país. Proyecto
del que se desiste o ni se toma en cuenta.
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