La revolución que sorprende a Inglaterra. Un historiador “rockstar” en
América Latina. La periferia de América Latina en la tetralogía de Hobsbawm.
Fascismos populares y guerrillas débiles. Drinot da explicaciones.
Literal lucha histórica de ideas
“Combatir para la historia”. Así
se puede sintetizar el espíritu que mueve a los Jueves Historiográficos, en
palabras de la profesora Claudia Rosas Lauro. Los Jueves Historiográficos -que
en razón de la actividad programada puede faltar al nombre (pueden darse los
lunes como los miércoles, los martes como los viernes)- son una propuesta que
los mismos estudiantes de la especialidad de Historia de la PUCP idearon. El propósito, como se ha dicho al inicio, es
la de revisar, debatir, cuestionar y reflexionar la historia a partir de mesas
de debate, conversatorios, ponencias, etc. En sus programas, temas como la
función del tiempo en la historia, el racismo o la función social de esta
especialidad son debidamente tocados. Con el pasar del tiempo, autoridades de
la universidad y Centros Federados se han sumado a esta espléndida empresa. Es
así que, desde hace un año, los Jueves Historiográficos son el punto de
encuentro para académicos, estudiantes y público en general que deseosos están
de no dejar intactos temas de su interés.
Como parte del inicio de
actividades, la especialidad de Historia invitó a Paulo Drinot, historiador
especializado en temas de América Latina de la University Collegue London
(UCL), para que toque la presencia del subcontinente americano en la obra del
prolífico y gran historiador británico Eric Hobsbawm (1917-2012). La charla de
Drinot, que tuvo un lleno total, se dio en la Facultad de Estudios Generales de
Letras (EE.GG.LL.) de la PUCP.
Gigantes en el cementerio
El cementerio Highgate, al norte
de Londres, es el lugar donde reposan los restos de “varios izquierdistas
famosos”. Entre ellos no solo descansa Eric Hobsbawm, sino también el padre del
socialismo científico, el autor del Manifiesto Comunista, Karl Marx. Recordando
un pasaje de su visita a semejante camposanto, Paulo Drinot cuenta la anécdota
que tuvo con su hijo. Este al ver el busto de Karl Marx, inmenso por donde se
le vea, dijo: “¡Es un gigante!”. Como gigantesca también fue la obra del
historiador marxista, Drinot imagino cómo serían las conversaciones nocturnas
de estos dos colosos del pensamiento socialista al cerrarse las puertas del
Highgate.
El redescubrimiento de América
La década de 1960 cambió la
mirada del ya maduro historiador de Cambridge. El momento trascendental de la
Revolución Cubana no solo alteró el velado acercamiento que tenía Hobsbawm por
América Latina (mantenía una cercanía con la región pues su tío a ella había
viajado junto al primo y a la hermana de Hobsbawm en 1939), sino también del
gobierno de su país. En 1962, las autoridades empezaron a profundizar en los
estudios sobre América Latina y ya en 1965, se llegaron a fundar 5 institutos
dedicados al análisis de esta.
De esta manera, Hosbawm, como
intelectual que era, gana una beca de la Fundación Rockefeller y emprende un
viaje por América Latina para estudiarla.
La estancia en la región sería una de las más alargadas que tuvo el
estudioso. El empeño que tuvo en los estudios históricos y su filiación a
grupos de izquierda posiblemente expliquen su gran popularidad en varios
países. Ejemplo de ello es cuando, a su llegada a Brasil, fue recibido cual
“estrella de rock” (¡Las chicas le pedían besos!). Hobsbawm no solo compartía
mesa con Pablo Neruda, Octavio Paz, Oscar Niemeyer, sino era el mismísimo
invitado a la casa de Salvador Allende para almorzar en camadería. Hobsbawm,
como se ve, estuvo cercanamente ligado a la cultura y a la política
latinoamericana. Pero no por ello se consideraba un latinoamericanista. Durante
su estaída en América Latina, publicó en revistas especializadas estudios sobre
la realidad de los países que pisaba.
Vista la cercanía que mantuvo con
América Latina, ¿cómo entender que esta región no ocupe un lugar importante en
los trabajos más representativos que realizó? Precisamente ello fue el tema
tocado por el profesor Drinot en su presentación.
América en la obra del historiador marxista
Si bien América Latina era la
delicia de los historiadores para iniciar estudios de historia comparativa,
dada su calidad de “laboratorio de cambios históricos”, esta no fue tocada de
una manera primordial por Hobsabawm. Por lo menos no de una manera equitativa a
como lo hacía con sus extensas referencias a Europa. Paulo Drinot analiza esto
en la tetralogía del historiador: “La Era de la Revolución: 1789-1848” (escrita
en 1962), “La Era del Capital: 1848-1875” (en 1975), “La Era del Imperio:
1875-1914” (en 1987) y “La Era de los Extremos” (en 1994), que abarca de 1914
en adelante.
En “La Era de la Revolución”, se hacen breves referencias a
América Latina. Se ve como una región que solamente sirve a los intereses
económicos de Europa pues es la que le envía las materias primas para su
naciente Revolución Industrial. En ella –dice Drinot- poco caso se hizo a los
procesos revolucionarios de 1830 a 1848. El autor hace referencia al abrazo a
ideologías como el liberalismo, las cuales calan en una élite y no en las capas
sociales mayoritarias.
En su siguiente obra, “La Era del
Capital”, ocurre lo mismo: poco se dice sobre América Latina. A lo mucho, las
mayores referencias se dan en el capítulo “Perdedores” (el público rompe su
silencio y rompe el silencio con las risas). Aquí Hobsbawm ve a una región
predominantemente mestiza, católica y agrícola, la región de “los campesinos de
varios colores”. Hay Estados débiles sujetos a grandes comerciantes del
extranjero y un auge de la producción de mercancías en la región. El
liberalismo y el positivismo, que también ha entrado a la región, siguen sin
trascender en las bases de la pirámide social. “La Era del Imperio” contiene
los mismos caracteres para América Latina (sitio de países dependientes y
destino de diversión para extranjeros). La Revolución Mexicana, que es
mencionada en el libro, es vista más como la vulnerabilidad del proyecto
imperial que como la propulsión de las masas trabajadoras mexicanas.
Fascismo de causas populares
La cuarta obra de la tetralogía
ofrece un análisis del nacimiento de las izquierdas en el continente. Hobsbawm
señala que estas nacieron del impacto político de la Gran Depresión más que de
los efectos económicos (que Hobsbawm ve como menor a la que vivió América
Latina en los 80’s). El impacto tuvo efectos en los gobiernos, que cambiaron de
regímenes y la mayoría de ellos se inclinaría por posiciones de izquierda. Sin
embargo, es también el momento en que el fascismo es importado desde las
ciudades europeas de Roma y Berlín. Drinot explica que esto se debe a tres
razones: i) surgimiento en la región de un antiimperilismo antiyankee; ii) la
menor influencia de EE.UU. en la región
pese a la política del Buen Vecino; y
iii) el fascismo es visto como una historia de éxito para las clases
dirigentes. Ellas, gozosas ante la hegemonía cultural de Europa, hicieron suyos
los preceptos del fascismo.
Curiosamente, la influencia del
fascismo tuvo un resultado diferente al que se había dado en Europa, indica Drinot.
Lejos de aplastar los movimientos obreristas en América Latina, el fascismo los
fortalece. El fascismo, dice Drinot, moviliza a los que no tienen nada que
perder. Sucede en Colombia y en Argentina, aquí bajo el mandato de Perón.
La guerrilla a medio camino
Siendo el fascismo un movimiento popular,
llega el turno de hablar de las guerrillas. Desde 1945, las guerrillas son la
principal forma de lucha en América Latina. Hobsbawm entonces se dedica a su
estudio y, como sostiene Drinot, llegado el turno de revisar lo ocurrido en
Cuba, aquel concluye que tuvo mayor peso la debilidad del régimen de Batista
que el propio accionar de los barbudos. El método de gobierno para Hobsbawm
transcurre en medio de monólogos y la entrada del Partido Comunista en el poder
es, siempre desde la perspectiva del historiador británico, consecuencia de la
Guerra Fría que se vive por ese entonces.
Hobsbawm es muy duro en sus
críticas al movimiento en guerrilleros y argumenta que están destinadas al
fracaso, con excepción de aquellos países que tengan sólidas bases campesinas.
El movimiento guerrillero es visto como la iniciativa de jóvenes intelectuales
de clase media que tienen una “estrategia espectacularmente mal concebida” y la
guerrilla urbana es un golpe más mediático que político-social. Con ellas, las
dictaduras se justificaron de entrar al poder, como sucedió en 1960 en Brasil y
en 1973 en Chile por temor a los
constantes Frentes Populares.
Yendo por otro lado del análisis
de la situación latinoamericana, Hobsbawm vio para el caso del Perú que la
Reforma Agraria tuvo más éxito político que económico, pues los campesinos no
compartían los objetivos de esta. De otro lado, las movilizaciones del campo a
la ciudad dan cuenta del deseo de mejora socioeconómica de la población rural.
Para entender a Hobsbawm
Ahora bien: salvo el análisis del
fascismo y los diferentes resultados sociales que se producen en América Latina
a diferencia de Europa, parece que Hobsbawm no ha esclarecido muchas cosas.
Para ello, Drinot pide poner las cosas en contexto. Si bien la historia del
mundo no es la historia de Europa, hay que tomar en cuenta de que son otros los
paradigmas. Por ello, no podemos contrastar –dice Drinot- a Hobsbawm con la
forma de pensar de hoy, sino más bien debemos señalar la importancia que ha
tenido para la producción histórica que este autor haya, si quiera, mencionado
a América Latina y sus procesos en su vasta obra.
Por otro lado, es claro que Hobsbawm se ve influenciado por el
paradigma marxista de la “Teoría de la dependencia”, la cual ve al desarrollo
de países tercermundistas como la “periferia” del “centro” hegemónico. Los
países de la periferia solamente guardarían explicación con lo que sucede en
los centros de poder. Si Inglaterra requiere más goma para su industria, las
autoridades de los países que forman parte de la Amazonía responderán auspiciosos.
En razón de lo dicho, no deben sorprender los juicios que el historiador hace
sobre la región.
Por último, el rechazo a las
guerrillas de los 60’s y los 70’s, quienes para Hobsbawm son “aventureros
irresponsables”, forma parte de la crítica leninista que se hace al “ultraizquierdismo”.
En este sentido, cabe mencionar que Eric Hobsbawm formó parte del Partido
Comunista y como tal murió, a diferencia de varios contemporáneos suyos que
abandonaron la prédica socialista. Como resultado –y así va concluyendo
Drinot-, en momentos en que Hobsbawm revisa la realidad peruana en los 60’s,
este no entiende cómo la izquierda se opone al régimen de Velasco. Para el
británico, sin dejar de lado las particularidades de esta revolución desde
arriba, el avance del progresismo en el gobierno – y en el país- era cuestión de
tiempo.
10-04-14