Una reciente investigación a
cargo de los periodistas Gabriel Daly, Ariana Lira y Elody Malpartida –todos ellos
de El Comercio- analiza la situación actual del sector salud. Uno de los
aspectos más resaltantes del estudio es cuando dan cuenta de los tres niveles
de atención a los pacientes. El nivel I) atiende problemas de baja complejidad,
requieren de menor especialización y tecnificación de recursos. Entre sus
servicios están el de consultas médicas, botiquines, farmacia, sala de partos,
rayos X. El nivel II) tiene un nivel de complejidad intermedia y brinda
servicios de hospitalización, emergencia, epidemiología, centro obstétrico,
esterelización, rehabilitación, nutrición, patología clínica, hemoterapia,
neonatología, y Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) general. El nivel III)
ofrece un servicio de alta complejidad, alta especialización y tecnificación.
Los tipos de servicios que dan son el de UCI especializada, hemodiálisis,
servicios de apoyo al diagnóstico especializado.
El nivel I es uno de los campos
más importantes pues su atención posibilita un 70% de probabilidades de
curación de la persona. Por otro lado, la prevención es un factor relevante en
este espacio pues si se detecta a tiempo un problema y es solucionado, el costo
es evidentemente menor que al avanzar la enfermedad.
Las razones para que no se haga
énfasis en la prevención son dos, según el informe periodístico. El primero, es
que, en primer lugar, los resultados del factor prevención se dan a largo
plazo. Teniendo en cuenta el cortoplacismo de miras de las autoridades se
entenderá que se decidan por algo efectista. Se edifican, por lo tanto, los
grandes hospitales, los cuales terminan siendo muchas veces inoperativos por
falta de implementos. Son los famosos elefantes blancos.
Paralelamente, se prefieren los
hospitales grandes pues ahí no solo se compran medicinas muy caras y equipos
muy costosos, sino que, en razón de estas adquisiciones, los procesos se
vuelven más difusos y con ello se facilita la corrupción. “Essalud invierte
aproximadamente 80% de su presupuesto en estos hospitales nivel III”.
Así, lo que las postas
descentralizadas deberían ofrecer lo hacen los hospitales, no aptos, en
principio, para labores primarias. La situación de las postas, por otro lado,
es paupérrima. Ausencias de equipamientos y tecnologías avanzadas favorecen el
descrédito de la población. De esta manera, los hospitales son la otra cara de
la moneda. Lucen muchas veces llenos y congestionados, la demora de atención
aparece y con ello las molestias.
“El hospital Arzobispo Loayza
recibe un promedio de 250 emergencias al día, de las cuales aproximadamente el
70% podrían ser tratadas en un centro médico primario”, apunta el informe.
La pretensión por las obras
ilustra que es algo improvisado y enrevesado hasta la médula. Bueno fuera, que
su inclinación por las obras grandes implicara servicios grandes pero no es
así. En el Perú, hay 1,5 camas por cada 1.000 habitantes, siendo el promedio
latinoamericano de 2 camas por 1.000 habitantes. En Chile, hay 2,2 camas por
tal cantidad de habitantes; y Argentina da 4.9. Continuando con las odiosas
comparaciones, los médicos en nuestro país no solo están concentrados en la
capital (48% laboran en Lima) sino que su número es reducido para la
cantidad de gente: 10 médicos por
100.000 habitantes; en Chile, Colombia y Ecuador hay, en promedio, 16 y 18
médicos por similar número de habitantes. En atención especializada también se
requieren con urgencia especialistas como anestesiólogos y radiólogos.
Finalmente, el informe da cuenta
de que el nivel de niños menores de tres años ha aumentado desde el 2011 (41,6%).
Hoy un 46,8% tiene anemia, enfermedad producida por la falta de hierro y que
produce daños intelectuales irreversibles. La vacunación ha caído del 72,8% en
el 2012 al 61,1%. Cierra el informe: “Y lo preocupante es que no solo afecta el
desarrollo de los niños, sino que se incrementan las probabilidades de que se
desate una epidemia”.
Fuente: El Comercio
20-04-15
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