De él y su recorrido me enteré
por Enrique Planas, laborioso periodista de la sección culturales en El
Comercio. Era la primera mitad del año y Planas había viajado a Colombia por
motivo del Festival del Libro de dicho país. Con ese fin, se publicaban las entrevistas
que él realizaba a la fauna de escritores asistentes. En esa oportunidad
intercambió opiniones con el norteamericano Jon Lee Anderson, protagonista de
este artículo.
Este presentaba su libro “La herencia
colonial y otras maldiciones”, trabajo esforzado que trata sobre el continente
africano y que trata de dilucidar las historias y realidades que se dan sobre
él. Es seguro que después de leer esta obra, el lector dejará de lado la mirada
reduccionista que se tiene sobre el continente negro. ¿Un África, a secas, o un
continente marcado por la explotación colonial y el astuto uso de políticas
europeas que estropearon el camino hacia la independencia?
Es Interesante la vida de
Anderson. Nació en California pero se crió, literalmente, por el mundo. De esas
itinerancias podría decirse que nació su gusto por la aventura. Tal es así que
en una entrevista a un medio peruano desmintió a su interlocutor cuando este se
refirió a una cierta pulsión freudiana por la muerte, referido esto a sus
arriesgadas incursiones de trabajo por territorios complicados y ariscos: “Intento no ser tan introspectivo aunque no
tengo nada contra Freud. Nunca he ido a psicoanálisis.
En mi caso personal lo de enfrentar la muerte es algo que tenía asumido desde
mi juventud. (…)Yo nazco después de que eso fue una constante para el
hombre desde la era de los neandertales. Correspondo a ese arquetipo más que
una cosa freudiana. No tengo ninguna patología con la muerte; por el contrario,
a mí me encanta la vida”. Cualquier intención de psicologismo es derribado en el acto.
Se pudo conocer a Jon Lee Anderson en
tierras peruanas pero eso quedó en un “pudo”. Era el primer día del certamen
organizado por periodistas culturales peruanos en el Centro Cultural España y
Lee Anderson sería presentado como conferencista estrella. Llegado el día de
la inauguración, con el auditorio lleno-por cierto pequeño para un evento que
los entendidos reconocieron como pequeño- un aviso desmoronó la emoción del
público: Jon Lee Anderson no vendría pues, de último momento, estaba por algún lugar
del mundo reporteando. La chamba del periodista primó sobre la figura.
Yo pensaba que recorría Siria por la
conflictiva de su situación. Días, semanas, meses después, atiné:
un cronista norteamericano reporteaba desde zonas del conflicto en Medio
Oriente para la web Puercoespín.
Ahora, setiembre ya, una acción
emprendida por la librería El Virrey, con Carola Sanseviero como principal
responsable, remueve a los periodistas del entorno local. Se trata de algo
sencillo a primera vista: en realidad Jon Lee Anderson si se había acercado al
Perú. Durante los 70’s, trabajó como corresponsal en el The Lima Times, diario
a cargo de norteamericanos que, salvó la altisonante publicidad, estaba escrito
enteramente en inglés. Del año 75 al 78 todo parece ser una versión de los
descendientes de la Familia Ingalls en nuestro territorio. La cosa cambia con
la convulsión social a raíz de la lucha entre el pueblo peruano y la dictadura
militar. Esto dio paso a que los habituales ciudadanos gringos compartan
noticia y gráficos con políticos como Víctor Raúl Haya de la Torre, Hugo Blanco, Luis
Bedoya Reyes. Asimismo, pueden verse en las páginas del diario cómo Ricardo Letts Colmenares, político zurdo y tío del “niño terrible” Jaime Baily, presentaba sendas cartas rectificatorias a lo que se publicaba en
el Lima Times en torno a su situación con el gobierno. Pero esa es otra
historia; volvamos a lo que realmente puede interesarles.
La tarea consiste, entonces, en encontrar
los artículos escritos por Lee Anderson, fotocopiarlos y enviarlos a la sede central
de la librería en cuestión. Como retribución, el libro al que hice referencia será
entregado a quien cumpla con el cometido. (Más información: http://www.laprimeraperu.pe/online/cultura/tras-las-huellas-de-jon-lee-anderson_149493.html)
La ocasión es imperdible. Jon Lee
Anderson se erige como unas de las principales figuras del periodismo
contemporáneo. Lo que él hace es escribir crónicas que den cuenta de hechos
sociales, lo que lo diferencia de otros cronistas es que, en este acto, su
pellejo se ve arriesgado. Verdadera lección para los estudiantes de periodismo.
Del mismo modo, es un aprendizaje que se aleja de las criticas que Martín
Caparrós hace sobre este nuevo fetiche en el periodismo: escribir crónicas.
Sería curiosísimo ver oleadas de simpatizantes del periodismo verse lanzados a
territorios hostiles.
“Desgraciado de mí, llevo dos meses en Lagos postrado en la cama como el
bíblico Lázaro, luchando contra la enfermedad. Ignoro si se trata de una
infección tropical, una intoxicación de la sangre o los efectos de un veneno
misterioso, pero lo cierto es que mi cuerpo, además de hincharse, se ha
cubierto de llagas, ampollas y úlceras. Ya no me quedan fuerzas para soportar y
combatir el dolor, y he solicitado a Varsovia que me dé permiso para regresar.
En África he caído enfermo muy a menudo, pues el trópico lo fecunda todo en
exceso, con exageración, haciendo que las bacterias y los virus tampoco escapen
a la ley de degenerada abundancia e infinita multiplicación. No hay salida: si
alguien quiere penetrar en los rincones más recónditos y apartados de las rutas
trilladas, los más ocultos y traicioneros de estas tierras, tiene que estar
preparado para pagar su osadía con la salud o incluso con la vida. Pero lo
mismo sucede con cualquier otra pasión que comporte riesgos, ese monstruo ávido
de devorarnos. En vista de las circunstancias, hay quienes deciden llevar una
existencia paradójica, a saber: al llegar a África, desaparecen en hoteles que
les brindan todas las comodidades, y nunca abandonan los lujosos barrios de los
blancos; en una palabra, estando topográficamente en África, siguen viviendo en
Europa, sólo que se trata de una Europa en miniatura, de un sucedáneo reducido
a la mínima expresión. Es un estilo de vida que, sin embargo, resulta indigno
de un auténtico viajero e inconcebible para un reportero, que tiene que vivirlo
todo en su propia carne”.
Este último párrafo encontrado en
“La guerra del fútbol y otros reportajes” pertenece a Ryszard Kapuscinski,
imperioso reportero polaco que viajó el mundo en busca de historias imposibles
y vivió para contarlo. Seguro se está-ya lo han dicho otros- que Lee Anderson pertenece
a esa estirpe.
16-09-13
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