domingo, 24 de noviembre de 2024

Los Orishás de la salsa: ¿Qué dice la academia sobre nuestro género tropical?

 “¿Sabes…?”, me dijo esa negra linda que conocí de la nada en la alameda de los Héroes Navales allá por mayo, “bailar contando como que te encasilla, es más sobre sentir los instrumentos”. Me miró e indicó que siga la musicalidad del bongó, de la clave, de la trompeta. Yo estaba perdido ante la novedad de sus ideas. Remata: “se trata de sentir la música, de sentir la religión ahí”. “¿Cómo así?”, le pregunté asombrado. “Claro, en sus orígenes la música caribeña era una conexión con los dioses africanos”.

Desde ahí no he dejado de pensar la conexión entra la musicalidad de la salsa, sus orígenes africanos y esa sensación que nos causa en el cuerpo cuando la escuchamos. En efecto, tú escuchas salsa, o cualquier ritmo que mueva, y puedes sentir que tu cuerpo capta y opta por seguir el ritmo. ¿Pero qué ocurre cuando enfocamos ese aspecto con el lente de la religiosidad que está en los orígenes de la expresión musical, cuando la música es parte de un ritual de llamado y de conexión con espíritus, con una creencia?

Fueron estas indagaciones que me llevaron a un conversatorio sobre la influencia africana en la salsa, todo ello en el contexto de la Semana de la Salsa que organiza la PUCP. Reunidos en el tercer piso de la Biblioteca General, Jesús Cosamalón, historiador, también músico y encargado de la agenda salsera, presentó a esta octava semana como un esfuerzo único en el mundo (“ni siquiera Puerto Rico lo tiene…”) que busca llevar a la salsa a la pista del pensamiento. ¿Y lo africano aquí? Se da en el marco de la abolición de la esclavitud en el Perú, ocurrida hace 170 años.

A su lado se encontraban Luis Rocca, sociólogo chalaco y miembro fundador del Movimiento Negro Francisco Congo, y Maribel Arrelucea, historiadora sanmarquina con estudios centrados en la esclavitud africana en el país.

Mujeres en su salsa

El planteamiento de Arrelucea fue la de establecer una caracterización de las mujeres en la salsa. Si bien ha habido una participación de las mujeres como fuente de inspiración, temáticas o coristas, indica, ella optó por centrarse en un número limitado de intérpretes. Desde ahí, la idea era ver cómo ellas se hacían de un sitio en un espacio predominantemente masculino.

Un aspecto interesante es su mención a la salsa no solo como género de música bailable, sino como una plataforma que vehiculiza imaginarios; es decir, ideas, narrativas o imágenes que alimentan o influyen en la visión que tenemos sobre el mundo. Este punto de vista es poderoso pues la masividad y ámbito de acción de un género (sea cual sea) coadyuvan hacia la manera en que nosotros nos dirigimos al mundo. Con este planteamiento, Arrelucea adjudica identidades o personajes que moldean el desempeño de las intérpretes. Y esto es así pues una intérprete elige cómo quiere actuar y ser vista, y es esto, en esencia, lo que es un personaje.

Elige, así, diferentes rótulos para definir a las intérpretes, como una suerte de arquetipos. Tenemos a la “loca”, “las sensuales”, “las mujeres bien” y “las maestras”. Con una línea del tiempo que ineluctablemente realiza dada su formación de historiadora, Arrelucea nos muestra a diferentes féminas de la salsa desde 1960 en adelante. Ella comenta sobre los exotismos, una concentración en el trabajo sobre la identidad étnica y hasta territorial de los primeros años de las intérpretes hasta pasar, en épocas actuales, a una manifestación más global. Sobre este punto volveremos luego.

Arrelucea se centra sobre la cantante la Lupe y cómo ella representa lo que es ser “la loca”, es decir, una mujer que transgrede los parámetros establecidos por la norma social, algo que supuestamente no debería hacer y, en razón de ello, se le intenta detener (o domesticar) tildándole de loca. Detalla sobre su carrera, aciertos y desaciertos, y también sobre su rivalidad con Celia Cruz, quien vendría a representar lo que es una “mujer bien” (esta denominación es mía): o sea, los valores de consenso en la sociedad y que se visibilizan en el anticastrismo y anticomunismo. Hay que reparar en cómo lo que es de consenso social (o hegemonía) se alinea con una orientación política.

Luego pasa al perfil más solicitado en el género tropical: la de las “sensuales”. Habla sobre los cuerpos erotizados, voluptuosos, diseñados para ser vistos. Definitivamente, en este aspecto, cabe una aproximación crítica y cuidadosa en la medida en que la insistencia en los atributos corporales/eróticos circula por la delgada línea entre la afirmación de una identidad femenina (la poderosa), pero también en cómo esto encaja en un público, masculino, habituado a ver a la mujer como objeto.

Un punto que me llamó la atención fue la caracterización: al situar a cada mujer dentro de un perfil, pareciera que, justamente, se las encaja en ello, y no se puede entender las diferentes estrategias que ellas puedan realizar a lo largo de sus trayectorias. Por ejemplo, la Lupe jugaba con el aspecto físico, pero eso también las sensuales hacen, y al final se orienta hacia la religión, lo cual podríamos situarla dentro del consenso y eso la admite dentro de lo que se entiende por “mujer bien”. ¿Cómo entender estas fluctuaciones? Indudablemente, la caracterización se trata de un esfuerzo por dar orden y ciertas líneas generales a lo que han significado las mujeres en la industria, pero no dejé de pensar en ello.

 

Las religiones africanas en la salsa

Sin duda, esta era la exposición que buscaba pues se centra en la diáspora africana y los valores religiosos de África en la salsa, algo que me interesa. El sociólogo Luis Rocca, empero, inició su intervención con dos autocríticas destacables. La primera era la de cómo los estudios sobre la influencia africana tenían una “marca nacional”: eran afro-ecuatorianos, afro-peruanos o afro-bolivianos. No se habla, indica, de cómo conforman una diáspora como proceso general mayor. Lo segundo, es cómo desde el Cono Sur ha habido un escaso diálogo con la zona Caribe. Que un especialista de esta área lo refiera es digno de importancia y merecen saberse las razones de esta brecha de conocimientos y por qué sería importante ese diálogo.

La vida de Lavoe termina en tragedia y se dicen muchas cosas de la santería, su ocultismo. Eso pensé cuando Rocca muestra un extracto de respuesta de Lavoe a su llegada al Callao allá por los 80’s donde indica que es cultor de la santería y que, de hecho, había un santero con él antes de dar sus conciertos.  

Luis entonces nos habla de tres grandes religiones africanas presentes en América: la religión Yoruba, la Bantú y el Voudú. Él hace referencia a la esfera de influencia de esas culturas/religiones dentro de África y eso nos da luces sobre a cómo no homogeneizar a todo el continente africano, lo cual es una práctica muy común. Hizo referencia a cómo la religión Yoruba tuvo mayor presencia en las islas caribeñas (¿Trinidad y Tobago? ¿Martinica? ¿Guadalupe?) y el Brasil. Provenientes sobre todo de las áreas africanas que ahora son parte de Nigeria, Benín y Togo. Habló de las 7 potencias dentro de esa cosmovisión y algunos aspectos de ritual.

Mencionó al Bantú y su presencia animista y politeísta en Cuba. Reflexionó sobre sus cualidades sincréticas, algo que se enseña que realizaron las culturas andinas ante el poder colonial, pero no tanto, por lo menos en Perú, sobre el sincretismo de las religiones africanas. Es interesante, entonces, la permeabilidad y la flexibilidad de sus exponentes. Aunque también cabe mencionar que esa flexibilidad puede representar una estrategia de supervivencia dentro del marco de poderío e implacabilidad de los imperios coloniales de turno.  

Mencionó al Voudú, sus orígenes desde Dahomey, su presencia en Haití y luego su tránsito hacia tierras cubanas en la primera mitad del siglo XX. Es interesante también reparar en esto pues las migraciones haitianas generalmente son migraciones laborales y esto hace referencia a cómo sociedades o individuos transportan con ellos sus culturas y sus creencias religiosas. La presencia del Voudú también se ha visto en las zonas sur de los Estados Unidos que es donde ha existido migración haitiana, también en un contexto de migración laboral.

Por último, Rocca cerró con la reproducción de canciones y videos donde se refleja la mención a las divinidades y potencias religiosas africanas. El caso de Aguanile o Santa Bárbara (santa que “oculta” tras sí al orishá Changó) y que la hemos escuchado en un remake de Brunella Torpoco nos habla sobre los cantos con influencia divina y de la cual no reflexionaríamos en medio del frenesí de una descarga salsera.

Reflexiones

Mi cabeza era un hervidero de ideas y para colmo Cosamalón invitó a que las intervenciones del público (esas que adoro y parecen ser marca de identidad de la PUCP) sean preguntas pues “los comentarios lo pueden hacer al final de la mesa” y no me quedó otra que intervenir… con un comentario.

Subrayé la mención que Rocca hace sobre la falta de diálogo entre América del Sur y el Caribe. Cuando hice esa pregunta pensaba en el novelista trinitario de origen hindú, V. S. Naipaul, y cómo su biografía demuestra procesos históricos como la migración de mano de obra de la India hacia las Indias Occidentales (o territorios de la corona inglesa) a fines del XIX, pero también podemos pensar en cómo el territorio caribeño se yergue como epicentro de procesos internacionales de gran penetración como el de la gesta concreta de las bases políticas, económicas e ideológicas del racismo toda vez que ahí confluyen la explotación de caña de azúcar por parte de mano de obra negra esclavizada.

Mi otra pregunta fue sobre cómo se podría establecer un vínculo entre ambas exposiciones en la medida en que, siguiendo a Arrelucea, en una primera etapa las intérpretes femeninas destacan una identidad étnica dentro su desempeño como cantantes, pero, como ella misma señala, con el paso del tiempo esta identidad étnica se pierde yendo hacia algo más “global”. Las canciones de raigambre religiosa que Rocca trae a colación, de otro lado, parecen ser de los inicios de la salsa, ¿lo cual parecería que se trata de una instrumentalización de las influencias de religión africana justamente para enaltecer esta identidad étnica? ¿Por qué entonces no se producen más canciones de este tipo?

La mesa respondió que mi primera pregunta tal vez escapaba a los objetivos de la mesa, la segunda no recibió respuesta. Tal vez porque no fue planteada con claridad. De todos modos, hay mucho por investigar en un género que, como se ha dicho, lo tenemos tan cerca desde la rumba, pero tan lejos desde el conocimiento de sus contextos.

 



 

20-11-24

24-11-24

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