jueves, 26 de junio de 2014

Habia una vez un par de imbeciles que se creian la ultima chupada del mango porque... tenian trabajo. Unos soles mas los separaban del sueldo de sus padres, sus "adorados" padres. Un jueves del mes de enero recibieron su sueldo y decidieron ufanarse de ello. Cogieron la agenda y llamaron a la polleria. "Dos pollos, con papa y gasesosa". El pedido llego de inmediato. Abuelos, tios y sus padres -ademas de la mascota- se sorprendieron de la accion y acudieron con cierta esperanza a la cocina. A los ojos de la familia Revoredo una mesa abundante esperaba por sus hambrientos y no tan escepticos paladares.

-Miren, esto lo compre con lo que gane en dos semanas -dijo el imbecil numero 1.
-Y esta gaseosa-interrumpio el imbecil numero 2- la compre con el bono por ventas.
-Coman, coman- prosiguio el imbecil numero 1.

Los parientes echaban por la borda sus guardados deseos. "Estos no cambian ni un carajo", dijo el tio pelotero.

-Mama, sabes que mi amiga gana 5000 soles y solo tiene 22 años- dijo el bravucon que lleva por nombre imbecil numero 1.

La vieja, cansada ya de ese especimen al que alguna vez llamo hijo y de su estupido espectaculo, le responde, ya antes de irse a ver su novela (porque habia que reir por no llorar):

-Hijito, tu tienes 25 y no ganas ni la cuarta parte: a ver haz algo pues- y salio.

Los familiares imitaron la accion de la madre. El perro ni siquiera se quedo, porque la pobredumbre humana de los imbeciles era insoportable para la fina nariz del can. El imbecil numero dos se quedo con la papita en la mano, intacta de calor... siquiera animal

domingo, 15 de junio de 2014

Nerviosismo en monedas de cinco

Antes de que el policía se dé cuenta de la nueva informalidad de la combi, los pasajeros de esta ya bajaron con mucha premura. La Av. Dos de Mayo aparece desordenadísima ante los ojos de todos los conciudadanos y el caballo, desde lo alto, relincha su miedo ante las gentes que, como hormigas movedizas, caminan a su alrededor. Ni qué decir de su jinete.

Juan Pablo camina directo hacia el paradero del Metropolitano. Está apurado por su entrevista de trabajo. Una media con hueco no lo deja en paz aunque, como siempre, anda con el ánimo de buen humor. Juan Pablo revisa su billetera, una costumbre que tiene desde que le robaron su I Phone en setiembre último, y está ahí. Todo conforme. Entonces, despega los ojos de la calata del día y cruza la pista. Ve que el bus del Metropolitano se va yendo. “El siguiente es mío”, piensa.

En su trajinar hacia el paradero, algo hace que se detenga. Tiene puros billetes e, insólitamente, la encargada de la caja está ausente. Los transeúntes, a quienes le pregunta si le pueden cambiar plata para poder subir al bus, no tienen nada o no quieren cambiarle. “Tamadre”, bota Juan Pablo.

El tiempo avanza y Juan Pablo tienta ir al kiosko de la calata para ver si le cambian. Nada. “Recién empieza mi día, varón”, responde el gordo que sigue atento a su crucigrama. Juan Pablo ya empieza a alarmarse. Las coasters hacen que los motores rujan con apretados pasajeros en su interior. Juan Pablo los ve, casi con envidia.

-¡Choche! –llama a un joven que camina con lentitud hacia el paradero del Metropolitano. ¡Choche!-exclama de nuevo porque el joven está ensimismado en la música de su MP3.

-¿Ah? ¿Sí?-dice este mirándolo de pies a cabeza... con una cara de terror.

-Brother, ¿me puedes cambiar esta moneda de cinco soles (Juan Pablo había encontrado una moneda de cinco soles en su bolsillo trasero)?

El joven no sale de su inquietud. Por la sien izquierda suya, una nerviosa gota de sudor aparece.

-No tengo nada, señor-balbuceó.

Juan Pablo no salía de su asombro.

-¿Qué hablas, mano? –preguntó sin que se vea lo ofendido que estaba (porque Juan Pablo hacía tiempo que había dejado de tirar piedras y ahora, como le decía Cinthya, su enamorada, se vestía decentemente: es decir, look Paolo Guerrero, camisa a cuadros, pantalón ceñido y zapatillas Converse).

-¿Qué… no me va a robar?-repitió mientras apretaba los ojos imaginándose lo peor-.

-¡No, huevón! –se animó a insultarle amigablemente Juan Pablo-. Solo quiero que me cambies la plata.

-Sí… sí tengo –dijo el joven y sacó tres monedas de un sol y una de dos soles que puso en las imperceptiblemente ansiosas manos de Juan Pablo-.

Lo extraño es que el joven daba pasos fríamente calculados hacia atrás. Juan Pablo, que para las 10:00 a.m. ya no estaba para juegos, le dijo:

-Oe huevón…-y le puso una moneda de cinco soles en el bolsillo de su camisa y se fue corriendo; “chau”-.

La línea B aligeraba su paso y se detenía en el paradero. Las puertas de vidrio templado se abrían y los pocos pasajeros que ahí estaban subían con tranquilidad, entre ellos Juan Pablo. De pronto, una mano le toca el hombro con mucha seguridad. Juan Pablo se voltea.

-Su identificación, por favor- ordena con autoridad el policía.

-¿Qué? ¿Qué pasa?

Unos metros atrás, un joven hablaba con voz temblorosa a otro policía. El joven le daba detalles sobre un ladrón armado hasta los dientes que robaba monedas de cinco soles a los transeúntes en las inmediaciones del Metropolitano.




15-06-14

domingo, 1 de junio de 2014

El desahogo

"El corazón, si pudiese pensar, se pararía"

Fernando Pessoa


Si hablamos de sentidos, lo último que vio José Luis antes de terminar con la cara hecha un colgajo fue el guantazo Everfast que iba como un tren hacia su cara. El olor más inmediato fue el del miedo y el sabor que no pudo sentir por la inconsciencia del derechazo fue, naturalmente, el de la sangre. Lo que oyó sigue siendo tema de discusión en el pequeño gimnasio de la cuadra 23 de la av. México.

-¡Ese conchasumadre de Pepo es un pendejazo, mano! ¿Cómo le va a hacer eso al pobre Pepe Lucho? ¡Son patas encima!- habla ese moreno al que le dicen Canebo mientras se saca las vendas de su adolorida mano.

-¿Qué tanto te alarmas, oe nena? ¿La vez pasada no me dejaste el ojo morao'? Más pallá contigo, oe. Son cosas del oficio- soltó el chato Juancho y la poca gente que queda se ríe y le gritan a Canebo bromas.

Canebo no se queda atrás:

-Fuera, huevas. Tu te agachaste y pum te cayó pes- dijo para salvar su mentirosa inocencia.

-Ya, ya, ¿entonces qué dijo? -comentò reilón el flaco Párraga desde el baño de hombres.

-Ja,ja,ja. ¡Qué tanta vuelta le das, cofla! Conchatuvida le dijo, nada más-dice el loco Juampi.

-Conchatuvida dicen en tu barrio, oe gilazo. Ese hueòn de Pepo es de Mendocita. ¿Tú crees que va a estar diciendo por ahí, como un parroco: "conchatuvida"? Ese on' ni habla, pega nomàs. Otra cosa le habrá dicho- responde con atravesada molestia Canebo a lo que Juampi, conciente de las cosas, se queda callado: solo le queda hacer una mueca de "no jodas, oe".

En ese momento estàn pasando un especial de Ismael Miranda, artista que les gusta a todos, pero la radio es apagada por La Mosca Fonseca, el entrenador. Acaba de fumarse su penúltimo cigarro y entra a los camerinos. Su cara es un ejemplo de preocupaciòn.

-Le ha volado dos dientes. Ese tal Pepo no viene màs a entrenar. ¿Està cagao?

Los boxeadores amateurs lo escuchan. Ya nadie està animado a decir nada.

-¡Y encima por una mujer! -prosigue con una sonrisa que nada tiene de alegre- ¡Por una mujer!

-¿Còmo, profe?-pregunta el flaco Párraga, quien sigue en el baño acicalándose- Si ese Pepo es tremeeeeendo. ¿Cómo que por una jermita?

-Yo le he escuchado clarito, crudo. "Maríaaa", ha dicho el pendejo.

-¿María? ¿Y quién es esa? -pregunta Juampi.

-¡María es su señora! ¡La condenada le metiò los cachazos a Pepo! ¡Por eso taba loco! ¡Imbècil!-sorprendió Fonseca para luego finalizar ya con jodida melancolìa- Ahora quién miércoles va a reemplazar a Pepe Lucho en el campeonato...

27-05-14

Dicen

Dicen que la toalla fue arrojada al piso
dicen tambien que dijo basta
ha movido fuerte la cabeza
cree que el movimiento lo desesperezo

reanuda la marcha
apoya la cabeza en la transparencia
empieza a ver

¿ve realmente?

no hay encuentro
algo de caos mas bien

sublime
furia
desconsuelo
por ques
distancias
silencios
mesura
control
y mas...

se ha dicho basta
¡ya basta!

segundos...
nuevos silencios

aparece
(un volver a esos pasajes)

sabe que no depende de el
por eso
el dolor duele mas