martes, 7 de enero de 2014

Tres momentos estelares de un guapo a la antigua


La máquina no capta el Internet. ¿Qué pasa?

-Sobri, ¿prendiste y apagaste el módem?

-Sí, tío.

-Y nada, on’. Chamare…

Yo regreso al periódico. Trato de concentrarme pero es imposible. Mi tío al ver que no hay internet en donde pueda buscar mujeres con las que hablar y luego ligar recurre a las historias pasadas. Historias fértiles en amores, en encamadas, en flirteos, de pleno goce erótico.

-Sobri, –dice poniendo cara de pícaro, entrecerrando los ojos y sonriendo como un niño luego de una travesura- me acuerdo que tu mamá hace tiempo me regaló entradas para el cine. Era el Le Paris [en lo que ahora es el cine porno Le Paris en plena Av. Colmena]. Yo estaba camino al lugar, cuando en eso veo un lomazo- dibuja las formas de una mujer muy caderona y se emociona-. “Uy no, me dije, esta es”. Y bueno pues yo me bajo como loco y me le acerco. Puta que era un lomazo. Cabello ensortijado, alta. ¡Qué tal cuerpo! Me le acerco y la miro, la miro como si la conociera y ella se siente extrañada. “Estoy viendo doble”, le dije –el gesto de pícaro vuelve a él-. “¿Te conozco?”. “Estoy viendo dos angelitos. Ay, Dios mío”. Y bueno pues la chica empieza a cagarse de risa y, no te miento, ah, caminos como de aquí a Cipreces [un barrio que se encuentra como la Universidad Católica a La Marina]. En eso, puta que acerco mi mano pues. “Ay oye qué te pasa”. “Es el magnetismo-¡nueva caraza de pillo!-“, le dije.

-Ja,ja,ja,ja

-La firme. Y de nuevo le pegue le mano y ahí sí me atraco. Puta que llegamos a la esquina y me la chape.

Termina la historia imaginándose un agarre locazo. De esos que se dan las personas cuando están bien bebidas o de esos que hacen los escolares de secundaria cuando alucinan. Todo muy teatral.

-Ella me dejo su número y me invitó a una fiesta de cachimbos de San Marcos. Puta que fui pues-dice-. Era en los sótanos de la universidad. Y puta que en eso aparece con ooootro lomazo: ¡Su hermana! (Hace nuevamente un gesto en el que recorre las formas de una mujer, una mujer muy voluptuosa). Y en eso ella me dice: “oye no tendrás un amigo por ahí”. “Oe pero no me dijiste pues”. “Sí, pero es que su acompañante nos ha fallado”. “Ok”, le dije. Entonces veo el lugar pues. Buscando con quien me empato. Veo a un flaco. “Ese es”. “Compare, te doblaste”. “¿Cómo?”. “¿Ves a esas hembras? Te doblaste”. Puta que voy con el men y conversamos, bailamos y todo. En eso ¡flaaaaaam! A los salones vacíos (coloca a una mujer imaginaria encima de él: es todo un juego). Y a las dos.

-¿A las dos?

-Síii, es que el otro… -con la voz más burlona del mundo- se “emocionó”.

-Ja,ja,ja,ja.

-Eran de Chosica, creo. Qué serán de ellas.

Una pausa, toma un respiro como si le hubiera costado contar semejante anécdota de su juventud y se lanza con otra.

-También salí con la jefa de tu tía. Un lomaaaazo. Fui a una fiesta con dos amigos de la universidad en su convertible. Estábamos yendo y en eso atropellan a un animalito. Y puta mis patas pues, ¿no?, que eran de Magdalena, Pueblo Libre también eran de esos… de esos pues que –cambia la voz y guapea- de esos que creen en los animalitos y eso. “Oe, hay que llevar al perrito al hospital”. “Oe pero la fiesta pueees”, dije, ¿no? “Toma 50”. Y –resaltando- para ese tiempo 50 soles eran 50 soles. En eso llegamos pues, ¿no? Era, me acuerdo, en el último piso de un edificio de Dos de Mayo: fichaaaza. Y yo con mis patas, “puta, loco, llegamos” (hace una mueca divertida donde levanta los brazos y los mueve como agitando algo). Y ahí estábamos pues, ¿no? Puta, puras tías ricas. Unos lomazos. Habían unas tías que tenían unas piernotas y ahí estábamos nosotros tres chibolos. Yo qué edad habré tenido ¿18, 19? Ellos tenían 20, 21, 22 (tantea edades como para acordarse). El punto es que las tías buscaban chibolos. Y ya pues yo voy por ahí y me encuentro a una tía. Puta, buenaaaza. Unas piernotas. Pero que estaba rodeada por un grupo de cinco o seis. Y yo pues me detuve intentando ver a su “chelfo” y nada. Entonces me lanzo pues, me acerco al grupo y le digo: “¿bailas?”. “¿Y tú quién eres?”. “Eh…”. En eso aparece tu tía: “Ay jeefa, él es mi hermanito”. Y yo: “ja,ja, sí…”-con una voz recontra palteada-. “Así que tú eres hermanito de Flor”, me dijo. Y ya pues, bailamos y bailamos. Conversamos. Luego me invito a una fiesta de su trabajo y fui. Al final la invite al cine. ¡No tenía ni un sol! Me acuerdo que fuimos. Pucha ella tenía, ¿cuánto? (Piensa) Treinta y tres. ¡Me llevaba 13 años, imagínate! Me acuerdo que entramos al cine rapidito porque todos nos miraban. “Puta que lomazo”, decía la gente. Y ya pues, estábamos viendo la película.

-¿Y?

-Y puta que ella estaba ahí, yo estaba ahí, pegado a ella, ¿qué esperar? “Oye esta bonita la película, ¿no?”, le digo bajito al oído. “¿Cómo?”. Me le acerco más y ¡flaam! Le meto un lenguazo a la oreja –dice lanzando nuevas risas, que ha lanzado, por cierto, durante todo el tiempo- y ya pues, sobri, me la chape. Un lomazo, yo, chibolo, con camisita y solo para la entrada jajaja.

Termina de contar y ya está más tranquilo. El Internet no ha regresado. Eso es lo de menos. A  veces viene a veces no.  No sucede lo mismo con este fenómeno que es el tío: él siempre está con un humor de putamadre. Nunca lo verás asado. Bueno, nunca digas nunca. Cierra con una frase: “Sobri, quien no arriesga no gana”.


08-01-13

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