La máquina no capta el Internet. ¿Qué
pasa?
-Sobri, ¿prendiste y apagaste el
módem?
-Sí, tío.
-Y nada, on’. Chamare…
Yo regreso al periódico. Trato de
concentrarme pero es imposible. Mi tío al ver que no hay internet en donde
pueda buscar mujeres con las que hablar y luego ligar recurre a las historias
pasadas. Historias fértiles en amores, en encamadas, en flirteos, de pleno goce
erótico.
-Sobri, –dice poniendo cara de
pícaro, entrecerrando los ojos y sonriendo como un niño luego de una travesura-
me acuerdo que tu mamá hace tiempo me regaló entradas para el cine. Era el Le
Paris [en lo que ahora es el cine porno Le Paris en plena Av. Colmena]. Yo
estaba camino al lugar, cuando en eso veo un lomazo- dibuja las formas de una
mujer muy caderona y se emociona-. “Uy no, me dije, esta es”. Y bueno pues yo
me bajo como loco y me le acerco. Puta que era un lomazo. Cabello ensortijado,
alta. ¡Qué tal cuerpo! Me le acerco y la miro, la miro como si la conociera y
ella se siente extrañada. “Estoy viendo doble”, le dije –el gesto de pícaro
vuelve a él-. “¿Te conozco?”. “Estoy viendo dos angelitos. Ay, Dios mío”. Y
bueno pues la chica empieza a cagarse de risa y, no te miento, ah, caminos como
de aquí a Cipreces [un barrio que se encuentra como la Universidad Católica a
La Marina]. En eso, puta que acerco mi mano pues. “Ay oye qué te pasa”. “Es el
magnetismo-¡nueva caraza de pillo!-“, le dije.
-Ja,ja,ja,ja
-La firme. Y de nuevo le pegue le
mano y ahí sí me atraco. Puta que llegamos a la esquina y me la chape.
Termina la historia imaginándose
un agarre locazo. De esos que se dan las personas cuando están bien bebidas o
de esos que hacen los escolares de secundaria cuando alucinan. Todo muy teatral.
-Ella me dejo su número y me
invitó a una fiesta de cachimbos de San Marcos. Puta que fui pues-dice-. Era en
los sótanos de la universidad. Y puta que en eso aparece con ooootro lomazo:
¡Su hermana! (Hace nuevamente un gesto en el que recorre las formas de una
mujer, una mujer muy voluptuosa). Y en eso ella me dice: “oye no tendrás un
amigo por ahí”. “Oe pero no me dijiste pues”. “Sí, pero es que su acompañante
nos ha fallado”. “Ok”, le dije. Entonces veo el lugar pues. Buscando con quien
me empato. Veo a un flaco. “Ese es”. “Compare, te doblaste”. “¿Cómo?”. “¿Ves a
esas hembras? Te doblaste”. Puta que voy con el men y conversamos, bailamos y
todo. En eso ¡flaaaaaam! A los salones vacíos (coloca a una mujer imaginaria
encima de él: es todo un juego). Y a las dos.
-¿A las dos?
-Síii, es que el otro… -con la
voz más burlona del mundo- se “emocionó”.
-Ja,ja,ja,ja.
-Eran de Chosica, creo. Qué serán
de ellas.
Una pausa, toma un respiro como
si le hubiera costado contar semejante anécdota de su juventud y se lanza con
otra.
-También salí con la jefa de tu
tía. Un lomaaaazo. Fui a una fiesta con dos amigos de la universidad en su
convertible. Estábamos yendo y en eso atropellan a un animalito. Y puta mis
patas pues, ¿no?, que eran de Magdalena, Pueblo Libre también eran de esos… de
esos pues que –cambia la voz y guapea- de esos que creen en los animalitos y
eso. “Oe, hay que llevar al perrito al hospital”. “Oe pero la fiesta pueees”,
dije, ¿no? “Toma 50”. Y –resaltando- para ese tiempo 50 soles eran 50 soles. En
eso llegamos pues, ¿no? Era, me acuerdo, en el último piso de un edificio de
Dos de Mayo: fichaaaza. Y yo con mis patas, “puta, loco, llegamos” (hace una
mueca divertida donde levanta los brazos y los mueve como agitando algo). Y ahí
estábamos pues, ¿no? Puta, puras tías ricas. Unos lomazos. Habían unas tías que
tenían unas piernotas y ahí estábamos nosotros tres chibolos. Yo qué edad habré
tenido ¿18, 19? Ellos tenían 20, 21, 22 (tantea edades como para acordarse). El
punto es que las tías buscaban chibolos. Y ya pues yo voy por ahí y me encuentro
a una tía. Puta, buenaaaza. Unas piernotas. Pero que estaba rodeada por un
grupo de cinco o seis. Y yo pues me detuve intentando ver a su “chelfo” y nada.
Entonces me lanzo pues, me acerco al grupo y le digo: “¿bailas?”. “¿Y tú quién
eres?”. “Eh…”. En eso aparece tu tía: “Ay jeefa, él es mi hermanito”. Y yo: “ja,ja,
sí…”-con una voz recontra palteada-. “Así que tú eres hermanito de Flor”, me
dijo. Y ya pues, bailamos y bailamos. Conversamos. Luego me invito a una fiesta
de su trabajo y fui. Al final la invite al cine. ¡No tenía ni un sol! Me acuerdo
que fuimos. Pucha ella tenía, ¿cuánto? (Piensa) Treinta y tres. ¡Me llevaba 13
años, imagínate! Me acuerdo que entramos al cine rapidito porque todos nos
miraban. “Puta que lomazo”, decía la gente. Y ya pues, estábamos viendo la
película.
-¿Y?
-Y puta que ella estaba ahí, yo
estaba ahí, pegado a ella, ¿qué esperar? “Oye esta bonita la película, ¿no?”,
le digo bajito al oído. “¿Cómo?”. Me le acerco más y ¡flaam! Le meto un
lenguazo a la oreja –dice lanzando nuevas risas, que ha lanzado, por cierto,
durante todo el tiempo- y ya pues, sobri, me la chape. Un lomazo, yo, chibolo,
con camisita y solo para la entrada jajaja.
Termina de contar y ya está más
tranquilo. El Internet no ha regresado. Eso es lo de menos. A veces viene a veces no. No sucede lo mismo con este fenómeno que es
el tío: él siempre está con un humor de putamadre. Nunca lo verás asado. Bueno,
nunca digas nunca. Cierra con una frase: “Sobri, quien no arriesga no gana”.
08-01-13
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