“¿Sabes…?”, me dijo esa negra linda que conocí de la nada en la alameda de los Héroes Navales allá por mayo, “bailar contando como que te encasilla, es más sobre sentir los instrumentos”. Me miró e indicó que siga la musicalidad del bongó, de la clave, de la trompeta. Yo estaba perdido ante la novedad de sus ideas. Remata: “se trata de sentir la música, de sentir la religión ahí”. “¿Cómo así?”, le pregunté asombrado. “Claro, en sus orígenes la música caribeña era una conexión con los dioses africanos”.
Desde ahí no he dejado de pensar la conexión
entra la musicalidad de la salsa, sus orígenes africanos y esa sensación que
nos causa en el cuerpo cuando la escuchamos. En efecto, tú escuchas salsa, o
cualquier ritmo que mueva, y puedes sentir que tu cuerpo capta y opta por
seguir el ritmo. ¿Pero qué ocurre cuando enfocamos ese aspecto con el lente de
la religiosidad que está en los orígenes de la expresión musical, cuando la
música es parte de un ritual de llamado y de conexión con espíritus, con una
creencia?
Fueron estas indagaciones que me llevaron a un
conversatorio sobre la influencia africana en la salsa, todo ello en el
contexto de la Semana de la Salsa que organiza la PUCP. Reunidos en el tercer
piso de la Biblioteca General, Jesús Cosamalón, historiador, también músico y
encargado de la agenda salsera, presentó a esta octava semana como un esfuerzo
único en el mundo (“ni siquiera Puerto Rico lo tiene…”) que busca llevar a la
salsa a la pista del pensamiento. ¿Y lo africano aquí? Se da en el marco de la
abolición de la esclavitud en el Perú, ocurrida hace 170 años.
A su lado se encontraban Luis Rocca, sociólogo
chalaco y miembro fundador del Movimiento Negro Francisco Congo, y Maribel
Arrelucea, historiadora sanmarquina con estudios centrados en la esclavitud
africana en el país.
Mujeres en su salsa
El planteamiento de Arrelucea fue la de
establecer una caracterización de las mujeres en la salsa. Si bien ha habido
una participación de las mujeres como fuente de inspiración, temáticas o
coristas, indica, ella optó por centrarse en un número limitado de intérpretes.
Desde ahí, la idea era ver cómo ellas se hacían de un sitio en un espacio
predominantemente masculino.
Un aspecto interesante es su mención a la salsa
no solo como género de música bailable, sino como una plataforma que vehiculiza
imaginarios; es decir, ideas, narrativas o imágenes que alimentan o influyen en
la visión que tenemos sobre el mundo. Este punto de vista es poderoso pues la
masividad y ámbito de acción de un género (sea cual sea) coadyuvan hacia la
manera en que nosotros nos dirigimos al mundo. Con este planteamiento, Arrelucea
adjudica identidades o personajes que moldean el desempeño de las intérpretes.
Y esto es así pues una intérprete elige cómo quiere actuar y ser vista, y es
esto, en esencia, lo que es un personaje.
Elige, así, diferentes rótulos para definir a
las intérpretes, como una suerte de arquetipos. Tenemos a la “loca”, “las
sensuales”, “las mujeres bien” y “las maestras”. Con una línea del tiempo que
ineluctablemente realiza dada su formación de historiadora, Arrelucea nos
muestra a diferentes féminas de la salsa desde 1960 en adelante. Ella comenta
sobre los exotismos, una concentración en el trabajo sobre la identidad étnica
y hasta territorial de los primeros años de las intérpretes hasta pasar, en
épocas actuales, a una manifestación más global. Sobre este punto volveremos
luego.
Arrelucea se centra sobre la cantante la Lupe y
cómo ella representa lo que es ser “la loca”, es decir, una mujer que
transgrede los parámetros establecidos por la norma social, algo que
supuestamente no debería hacer y, en razón de ello, se le intenta detener (o
domesticar) tildándole de loca. Detalla sobre su carrera, aciertos y desaciertos,
y también sobre su rivalidad con Celia Cruz, quien vendría a representar lo que
es una “mujer bien” (esta denominación es mía): o sea, los valores de consenso
en la sociedad y que se visibilizan en el anticastrismo y anticomunismo. Hay
que reparar en cómo lo que es de consenso social (o hegemonía) se alinea con
una orientación política.
Luego pasa al perfil más solicitado en el
género tropical: la de las “sensuales”. Habla sobre los cuerpos erotizados,
voluptuosos, diseñados para ser vistos. Definitivamente, en este aspecto, cabe
una aproximación crítica y cuidadosa en la medida en que la insistencia en los
atributos corporales/eróticos circula por la delgada línea entre la afirmación
de una identidad femenina (la poderosa), pero también en cómo esto encaja en un
público, masculino, habituado a ver a la mujer como objeto.
Un punto que me llamó la atención fue la
caracterización: al situar a cada mujer dentro de un perfil, pareciera que,
justamente, se las encaja en ello, y no se puede entender las diferentes
estrategias que ellas puedan realizar a lo largo de sus trayectorias. Por
ejemplo, la Lupe jugaba con el aspecto físico, pero eso también las sensuales
hacen, y al final se orienta hacia la religión, lo cual podríamos situarla
dentro del consenso y eso la admite dentro de lo que se entiende por “mujer
bien”. ¿Cómo entender estas fluctuaciones? Indudablemente, la caracterización
se trata de un esfuerzo por dar orden y ciertas líneas generales a lo que han
significado las mujeres en la industria, pero no dejé de pensar en ello.
Las religiones africanas en la salsa
Sin duda, esta era la exposición que buscaba
pues se centra en la diáspora africana y los valores religiosos de África en la
salsa, algo que me interesa. El sociólogo Luis Rocca, empero, inició su
intervención con dos autocríticas destacables. La primera era la de cómo los
estudios sobre la influencia africana tenían una “marca nacional”: eran
afro-ecuatorianos, afro-peruanos o afro-bolivianos. No se habla, indica, de
cómo conforman una diáspora como proceso general mayor. Lo segundo, es cómo
desde el Cono Sur ha habido un escaso diálogo con la zona Caribe. Que un
especialista de esta área lo refiera es digno de importancia y merecen saberse
las razones de esta brecha de conocimientos y por qué sería importante ese
diálogo.
La vida de Lavoe termina en tragedia y se dicen
muchas cosas de la santería, su ocultismo. Eso pensé cuando Rocca muestra un
extracto de respuesta de Lavoe a su llegada al Callao allá por los 80’s donde
indica que es cultor de la santería y que, de hecho, había un santero con él
antes de dar sus conciertos.
Luis entonces nos habla de tres grandes
religiones africanas presentes en América: la religión Yoruba, la Bantú y el
Voudú. Él hace referencia a la esfera de influencia de esas culturas/religiones
dentro de África y eso nos da luces sobre a cómo no homogeneizar a todo el
continente africano, lo cual es una práctica muy común. Hizo referencia a cómo
la religión Yoruba tuvo mayor presencia en las islas caribeñas (¿Trinidad y
Tobago? ¿Martinica? ¿Guadalupe?) y el Brasil. Provenientes sobre todo de las
áreas africanas que ahora son parte de Nigeria, Benín y Togo. Habló de las 7
potencias dentro de esa cosmovisión y algunos aspectos de ritual.
Mencionó al Bantú y su presencia animista y
politeísta en Cuba. Reflexionó sobre sus cualidades sincréticas, algo que se
enseña que realizaron las culturas andinas ante el poder colonial, pero no
tanto, por lo menos en Perú, sobre el sincretismo de las religiones africanas.
Es interesante, entonces, la permeabilidad y la flexibilidad de sus exponentes.
Aunque también cabe mencionar que esa flexibilidad puede representar una
estrategia de supervivencia dentro del marco de poderío e implacabilidad de los
imperios coloniales de turno.
Mencionó al Voudú, sus orígenes desde Dahomey,
su presencia en Haití y luego su tránsito hacia tierras cubanas en la primera
mitad del siglo XX. Es interesante también reparar en esto pues las migraciones
haitianas generalmente son migraciones laborales y esto hace referencia a cómo
sociedades o individuos transportan con ellos sus culturas y sus creencias
religiosas. La presencia del Voudú también se ha visto en las zonas sur de los
Estados Unidos que es donde ha existido migración haitiana, también en un
contexto de migración laboral.
Por último, Rocca cerró con la reproducción de
canciones y videos donde se refleja la mención a las divinidades y potencias
religiosas africanas. El caso de Aguanile o Santa Bárbara (santa que “oculta”
tras sí al orishá Changó) y que la hemos escuchado en un remake de Brunella
Torpoco nos habla sobre los cantos con influencia divina y de la cual no
reflexionaríamos en medio del frenesí de una descarga salsera.
Reflexiones
Mi cabeza era un hervidero de ideas y para
colmo Cosamalón invitó a que las intervenciones del público (esas que adoro y
parecen ser marca de identidad de la PUCP) sean preguntas pues “los comentarios
lo pueden hacer al final de la mesa” y no me quedó otra que intervenir… con un
comentario.
Subrayé la mención que Rocca hace sobre la
falta de diálogo entre América del Sur y el Caribe. Cuando hice esa pregunta
pensaba en el novelista trinitario de origen hindú, V. S. Naipaul, y cómo su
biografía demuestra procesos históricos como la migración de mano de obra de la
India hacia las Indias Occidentales (o territorios de la corona inglesa) a
fines del XIX, pero también podemos pensar en cómo el territorio caribeño se
yergue como epicentro de procesos internacionales de gran penetración como el
de la gesta concreta de las bases políticas, económicas e ideológicas del
racismo toda vez que ahí confluyen la explotación de caña de azúcar por parte
de mano de obra negra esclavizada.
Mi otra pregunta fue sobre cómo se podría
establecer un vínculo entre ambas exposiciones en la medida en que, siguiendo a
Arrelucea, en una primera etapa las intérpretes femeninas destacan una
identidad étnica dentro su desempeño como cantantes, pero, como ella misma
señala, con el paso del tiempo esta identidad étnica se pierde yendo hacia algo
más “global”. Las canciones de raigambre religiosa que Rocca trae a colación,
de otro lado, parecen ser de los inicios de la salsa, ¿lo cual parecería que se
trata de una instrumentalización de las influencias de religión africana
justamente para enaltecer esta identidad étnica? ¿Por qué entonces no se
producen más canciones de este tipo?
La mesa respondió que mi primera pregunta tal
vez escapaba a los objetivos de la mesa, la segunda no recibió respuesta. Tal
vez porque no fue planteada con claridad. De todos modos, hay mucho por
investigar en un género que, como se ha dicho, lo tenemos tan cerca desde la
rumba, pero tan lejos desde el conocimiento de sus contextos.
20-11-24
24-11-24